San Urso es el santo más popular del Val d'Aosta, protector contra las calamidades naturales y muchas enfermedades, entre ellas el reumatismo; su iconografía lo representa con un pájaro posado en su hombro, para recordar que reservaba una parte de sus cosechas para los pájaros. Las noticias sobre el santo provienen de la tradición oral, y de una «Vita Beati Ursi», de la que hay dos redacciones, la más antigua y breve proviene de fines del siglo VIII o inicios del IX, mientras que la más reelaborada y extensa, del siglo XIII.
Gracias a estas fuentes sabemos que Urso fue un presbítero que vivió entre los siglos V y VIII, y que tenía el encargo de cuidar y celebrar en la iglesia del cementerio de San Pedro. Esta figura de custodio y celebrante de una capilla o iglesia de cementerio estaba muy difundida en siglos pasados, y cuando estos edificios se encontraban en zonas apartadas, estos custodios-celebrantes tomaban el nombre de eremitas, a los cuales se dirigían los fieles para sus necesidades espirituales.
El desconocido autor de la «Vita...» lo describe como simple, dulce, humilde, pacífico y altruista, un hombre de Dios que conjugaba la oración continua con las obras de caridad, visitando a los enfermos, ayudando a los pobres, consolando a los afligidos y apoyando a los oprimidos, viudas y huérfanos. Dedicado al trabajo de su huerto para procurarse lo necesario, Urso dividía el producto en tres partes: para sí, para los pobres, y para los pájaros, los cuales, según dice la leyenda, en agradecimiento se posaban en su cabeza, en su hombro, en sus manos. También tenía un pequeña viña, cuyo vino tenía la virtud de curar a los enfermos.
El día de su muerte fue seguramente un 1 de febrero, porque en esta fecha se celebra su culto inmemorial, aunque el año nos es desconocido por completo. La tradición le atribuye multitud de milagros. Uno de ellos fue que en un período de gran sequía, cuando el agua escaseaba ya no sólo para los campos sino también para los propios fieles, Urso abrió una vertiente en una roca con su bastón; esa fuente aun existe, es la «Fontana di Sant’Orso», cuyas aguas se consideraban milagrosas, por lo que se hizo en 1649 una capilla para albergarla, restaurada en el siglo XIX.
Extractado y traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli. En Acta Sanctorum, febrero I, pág 97ss se discuten las distintas variantes del culto al santo, entre ellas que fue mártir de los arrianos, aunque esto debe descartarse por completo.