Bolsward es un pueblo de 10.000 habitantes enclavado en la Frisia holandesa. En una granja de este pueblo vivía un matrimonio, ejemplarmente cristiano, formado por los padres, Tito y Postman, y seis hijos. De aquellos seis hijos cinco se consagrarán al Señor en la vida religiosa. El 23 de enero de 1881 venía al mundo el quinto de los hijos, nuestro santo Tito, a quien le fue puesto el nombre de Anno, como el Patrón de aquellas tierras, pero que después, cuando vista el hábito carmelita, como recuerdo de su padre, lo cambiará por el de Tito. Era débil de cuerpo pero fuerte y enérgico de carácter. Muy inteligente para los estudios y fiel cumplidor de cuanto se le encomendaba.
Ya desde niño sintió la llamada del Señor a la vida religiosa. Se educó con los padres franciscanos. Por fin se decidió a ingresar entre los carmelitas porque como dirá después: «La espiritualidad del Carmelo, que es vida de oración y de tierna devoción a la Virgen María, me llevaron a la feliz decisión de abrazar esta vida. El espíritu del Carmelo me ha fascinado». El 22 de septiembre de 1898, a sus 18 años, vestía el hábito del Carmelo y el 3 de octubre de 1899 emitía los votos religiosos lleno de alegría. Ya profeso, se entregó de lleno a su sólida formación intelectual y ya dio señales de su futura vocación: el periodismo, pues empezó a escribir preciosas obras y a colaborar en varios medios de comunicación. El 17 de junio de 1905 era ordenado sacerdote y al año siguiente llegaba a Roma para graduarse en filosofía y sociología, cosa que alcanzó el 1909 con gran brillantez.
Vuelto a su patria, empezó una labor que después muchos juzgarán como del todo extraordinaria. Era casi imposible cómo era capaz de llevar tantas cosas y tan bien llevadas: daba clases, escribía, predicaba, ayudaba a los necesitados, no faltaba nunca a los actos de comunidad. Igual se le veía con la escoba en la mano que dirigiendo la marcha de la Universidad católica de Nimega de la que fue flamante Rector. El catolicismo en Holanda -su patria- iba ganando terreno y por ello en 1923 se crea la Universidad Católica; el P. Tito es uno de los promotores y forma parte del primer cuadro de catedráticos de la misma. Será su alma. El que empujará a todos a que arribe a un alto grado de credibilidad y hasta lleguen a Roma noticias de lo bien que marcha aquella naciente fuente del saber cristiano.
Era de carácter apacible pero firme. Destacaba por su fe viva, por su inmensa confianza en el Señor y por su exquisita caridad. Siempre estaba dispuesto a ceder ante las órdenes de los superiores, aunque no comprendiera las razones que le daban. Alguien dijo de él: «Es puro como un niño de primera comunión». Fue su alma un huerto de virtudes. Fue fecundo escritor. Consiliario de periodistas y tan célebre y conocido en Holanda que para que le llegase una carta bastaba poner: «Padre Tito». Como consejero espiritual de los periodistas católicos holandeses, declaró que las publicaciones católicas no podían imprimir anuncios de propaganda nazi y seguir siendo católicas. Por esta proclamación fue arrestado y apresado en el tristemente famoso campo de concentración de Dachau.
La enfermera que lo mató fue testigo de sus últimos días. Había sido educada como católica, pero había abandonado su fe. Preparándose para su muerte, el padre Tito le dio su rosario. Ella dijo haber olvidado las oraciones, pero él le dijo que podría de todos modos decir las últimas palabras: «Ruega por nosotros pecadores». El 26 de julio de 1942, la enfermera inyectó un veneno al padre Tito, y éste falleció en pocos minutos. Pasada la guerra, ella no sólo volvió a la Iglesia, sino que habló en nombre de la santidad del padre Tito. Murió mártir en el Campo de Dachau (Alemania) el 26 de julio de 1942. Fue beatificado el 3 de noviembre de 1985 y canonizado el 15 de mayo de 2022.