Es uno de los grandes santos del monaquismo oriental de los primeros siglos del Cristianismo; sin embargo de san Teodoro Triquino no tenemos datos que lo recuerden, sino sólo que vivió en el siglo V. Siendo joven en Constantinopla, se sintió atraido por la vida austera y densamente espiritual de los monjes de Oriente, que en la senda del egipcio san Antonio abad (250-356), dejaban cada vez más los eremitorios del desierto para vivir en comunidad de oración hospedados en monasterios estables.
Los sinaxarios y menologios bizantinos reportan que era de vida austera, y dedicaba gran tiempo a la oración; dejó el mundo y se retiró a un monasterio situado al pie del monte San Asencio, en Calcedonia, sobre el Bósforo, que luego tomo el título de su sobrenombre «Triquinas». Este apelativo, que significa «peludo», le fue dado a Teodoro a causa de la túnica de largos pelos que constituía su única vestimenta. En breve tiempo su santidad le obtuvo el don de expulsar demonios y obrar milagros.
Después de su muerte, ocurrida en una fecha imposible de establecer, su tumba devino lugar de peregrinación, sobre todo porque del sepulcro se destilaba un ungüento milagroso que tenía el poder de curar enfermedades. Los sinaxarios bizantinos lo colocan el 20 de abril; en Occidente el culto de san Teodoro Triquino fue completamente desconocido hasta el siglo XVI, cuando el docto hagiógrafo Card. Baronio lo introdujo en la primera edición del Martirologio Romano, con fecha 24 de abril, aunque en la actualidad es celebrado el día 20.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.