Teodardo fue un enérgico obispo de Tongres-Maastricht y un hombre alegre, simpático y bien dispuesto. Eso es prácticamente todo lo que sabernos de su vida, aparte de algunos datos sobre sus actos. Algunos nobles sin escrúpulos habían tomado posesión de las tierras que, por derecho, pertenecían a su iglesia. Entonces, tomó la resolución de presentarse ante Childerico II de Austrasia para pedirle que se hiciera justicia. Al pasar por el bosque de Bienwand, cerca de Spira, fue asaltado por unos bandoleros, que le mataron. Su biógrafo nos informa que san Teodardo tuvo tiempo de pronunciar un largo discurso ante sus asesinos, quienes le respondieron con una cita de Horacio... En vista de que su muerte ocurrió cuando emprendía una jornada en defensa de los derechos de la Iglesia, fue venerado como mártir, y su sucesor, san Lamberto, trasladó sus restos a la iglesia de Lieja. Incluso el Martirologio Romano actual conserva la catalogación de san Teodardo como mártir.
Hay una biografía anónima, escrita en el siglo octavo y otra en fecha posterior, quizá por Heriger, abad de Lobbes. La primera, se halla impresa en Acta Sanctorum, sept. vol. IV. Ver también a G. Kurth, en Etude Critique sur Saint Larnbert (1876), pp. 67 y ss. y L. van der Essen, Etude critique... (1907), pp. 135-143.