Según relata san Gregorio de Tours, que fue contemporáneo de Sulpicio, el santo fue elegido para la sede de Bourges en el 584, sorteando los intentos de algunos candidatos simoníacos, a quienes el rey Guntchramno enfrentó diciendo que «no es costumbre entre nosotros dar el principado sacerdotal por un precio». Sulpicio fue elegido por su ciencia divina, y se comportó en el cargo con la dignidad de una persona noble y de familia senatorial. Tomó parte en el Concilio de Maçon, en 585, y convocó un concilio provincial en Auvernia hacia el año 588. Murió en el 591, y por tanto tuvo un episcopado de siete años; ese dato está bien atestiguado, aunque en una lista episcopal de la iglesia de Bourges se le asigna, erróneamente, la duración de dieciseis años.
Este fue el primero de los dos obispos de Bourges llamados Sulpicio, el otro lo fue unos 50 años más tarde. Puesto que al segundo se lo llama Sulpicio Pío, a este se le comenzó a llamar (pero no en su época sino tardíamente) Sulpicio Severo. Sin embargo, este apodo de «Severo» dio pie a que se lo confundiera con el Sulpicio Severo escritor, muerto hacia el 420, que si bien es un escritor eclesiástico muy conocido, no está incluido en el catálogo de los santos. La imagen tradicional del obispo de Bourges sosteniendo un libro -como la que reproducimos- posiblemente sea fruto de la misma confusión entre el obispo del siglo VI y el escritor del V.
Ver Acta Sanctorum, enero II, pág. 697; Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. II, pp. 25, 28. Cfr. Gregorio de Tours, Historia Francorum, VI,38-39 y X,26. Los bolandistas, que mencionan al escritor Sulpicio Severo en su relato sobre el obispo de Bourges, hacen notar que la inclusión del escritor en el antiguo Martirologio Romano se debió a una confusión.