Como se señaló en el artículo del 21 de octubre sobre san Severino de Burdeos, hubo durante siglos una completa confusión entre aquel Severino y el de Colonia, muerto pocos años antes, hasta tal punto que se celebraban los dos como si fuera uno solo en la fecha del 23. En la actualidad, y luego de mucho sopesar documentación, se han inscripto dos memorias distintas en el Martirologio.
El que nos ocupa hoy fue el tercer obispo de Colonia, y se distinguió por su celo contra el arrianismo. San Gregorio de Tours lo menciona en suu obra sobre las virtudes de san Martín de Tours, cuenta que cuando san Martín murió, un domingo del año 397, estaba san Severino en su catedral con los miembros del cabildo, y oyó a la misma hora voces celestiales que recibían el alma de Martín en el cielo. Esta mención ayuda a poder separar las figuras de san Severino de Colonia y san Severino de Burdeos, ya que este último posiblemente no era aun obispo cuando ocurrió la muerte de san Martín.
Pero poco más se sabe de él. Una leyenda cuenta que cuando aun era sacerdote, se hallaba un día paseando por el campo, cuando oyó una voz que le decía: «Severino, vas a ser obispo de Colonia». Él sólo preguntó: «¿Cuándo?» «Cuando florezca tu báculo», fue la respuesta. Severino plantó su báculo, y éste echó raíces y floreció. Entonces, el santo fue elegido obispo de Colonia.
Ver Butler-Guinea (1964) tomo IV pag. 183, Ekkart Sauser, Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon, tomo IX (1995) cols. 1507-1510. Imagen: Robert Huber, estatua de madera, 1997, en la iglesia parroquial de San Severino, en Colonia-Lövenich