En dos milenios de cristianismo no resulta extraño el robo de reliquias. El caso más famoso es quizás el de los comerciantes venecianos en Alejandría, Egipto, cuando se llevaron los restos del evangelista san Marcos. Menos famoso pero que también perdura hasta hoy día, es el de san Sabino de Spoleto. Segun parece, fue obispo de Spoleto, en la Umbría, a finales del siglo III o comienzos del IV, porque su historia se relaciona con la del emperador Diocleciano. Sabino fue encarcelado, y allí devolvió la vista a un ciego. A juzgar por la iconografía posterior, y posiblemente para impedir más milagros, se le cortaron las manos, pero esto no le impidió continuar obrando. El milagro del ciego provocó la curiosidad y el aprecio de su propio verdugo, víctima de una enfermedad ocular grave. Sabino se reunió con él, lo curó y esto llevó a la conversión del funcionario, pero también enfureció a los guardias imperiales, que no dudaron en matarlo a palos.
La Diócesis de san Sabino, Spoleto, lo venera junto con los santos diáconos Marcelino y Esuperanzio (no presentes en el Martirologio actualizado). Pero las reliquias del santo obispo no quedaron en su ciudad, porque en el 954 era duque de Spoleto un tal Conrado, hijo del marqués Berengario de Ivrea, en el Piamonte (ciudad carente de relación con este santo); cuando en la ciudad de Spoleto estalló una terrible peste, el duque trató de escapar de la muerte huyendo hacia las posesiones de su padre, pero para proteger a Ivrea de la peste, decidió llevar consigo las milagreras reliquias de San Sabino, aunque no con el consentimiento de los fieles. Llegados a destino, estas reliquias comenzaron a ser fuente de milagros y merecieron la reverencia por parte de los habitantes de Ivrea, que lo nombraron patrono de su ciudad. La urna de las reliquias, conteniendo bien visible la cabeza del santo, se custodia hasta hoy en la sacristía de la catedral de Ivrea, y desde hace algunos años, se hace solemne procesión por las calles del casco antiguo cada 7 de julio, aniversario del traslado.
San Sabino es también representado en los mosaicos bizantinos de San Apolinar Nuovo, en Rávena. Es muy posible que este santo sea el mismo que figuraba en el calendario anterior como san Sabimno, mártir de Asís, muy cerca de Spoleto y con una tradición parecida, que se celebraba el 30 de diciembre y ha sido quitado del Martirologio actualizado por considerárselo una duplicación.
Basado (libremente) en un artículo de Fabio Arduino para Santi e Beati. Hay dudas en el estudio hagiográfico sobre si realmente san Sabino fue obispo; puede notarse en la redacción vacilante del elogio: «a quien se venera como...» sobre esta cuestión, la bibliografía del Butler remite a Delehaye, «Origines du culte des martyrs» p. 317.