Fue el undécimo obispo de la prestigiosa y antigua sede de Vienne, en Francia, luego de san Simplicio. Aunque se han hecho a lo largo de la historia distintas cronologías de la sucesión viennense, todas coinciden en situar a Pascasio en el final del siglo III e inicios del IV; en realidad en época de martirios, ya que se produjo la persecución de Dioclesiano y Maximiano, pero no fue él mismo mártir, si no que más bien, habiendo atravesado el peligro, le tocó la organización de la diócesis para el tiempo de paz que siguió.
Uno de los hechos importantes de su episcopado fue el hallazgo de algunas reliquias de san Mauricio en el Ródano, adonde habían sido arrojados muchos cuerpos de los valientes mártires de la legión tebana. «El cuerpo había sido separado -dice la antigua crónica- y la cabeza descansaba sobre su escudo». El obispo, que había recibido aviso del cielo de estas tan augustas reliquias, las deposita en la iglesia de los Santos Macabeos, que pasó a llamarse de San Mauricio, en homenaje al ilustre jefe del grupo de mártires, y desde allí la diócesis tiene a san Mauricio como patrono.
Aunque no se han conservado escritos del obispo, en los martirologios antiguos es unánime la apreciación de su alto grado de santidad, parejo con su erudición. Suele datarse su muerte en el 312.
Ver Acta Sanctorum, febrero III, pág 290; Guerin, Petits Bollandistes, II, pág. 623 y Duchesne, Fastes Episcopaux, I, pág. 164ss., 182 y 204.