San Meinrado nació de una familia de campesinos de Sulichgau, en las cercanías de Wurtemberg, en Alemania. Ingresó en el monasterio benedictino de Reichenau, en Suiza, donde recibió la ordenación presbiteral. Se dedicó a la enseñanza en los alrededores del Lago de Zurich. Soñando con una vida de soledad, hacia el 829 sus superiores aceptaron que pasara a la vida eremítica, y se estableciera en bosque vecino. Se volvió enseguida famoso por la santidad y austeridad que distinguían su vida. Como comenzaron a acercarse numerosos visitantes, Meinrado prefirió trasladarse a un sitio todavía más solitario, en las cercanías de Einsiedeln, donde permaneció veinticinco años, hasta su muerte.
Dos ladrones, convencidos de que el santo eremita escondía un tesoro, fueron a buscarlo haciéndose pasar por peregrinos. Fueron acogidos con cortesía, pero como no encontraron el tesoro, apalearon al santo hasta la muerte, para darse luego a la fuga. La leyenda afirma que los dos malhechores fueron seguidos por dos cuervos hasta Zurich, donde, graznando, alertaron a las autoridades. Fueron entonces capturados y quemados en la hoguera. Los restos mortales del santo fueron recuperados y trasladados a Reichenau para recibir solemne sepultura. Aunque no murió por la fe, recibió popularmente culto de mártir, tal como era común en siglos pasados. En el Martirologio Romano actual no está inscripto como mártir. Un tiempo más tarde surgió en Einsiedeln un monasterio benedictino que aun existe.
Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Fabio Arduino. Ver Acta Sanctorum, enero, II, pág 381ss.