San Landelino fue honrado durante varias generaciones como el fundador de las grandes abadías de Lobbes y de Crespin y otras dos menos conocidas. Pero es muy poco lo que sabemos sobre su vida. Nació alrededor del año 625 en Vaux, cerca de Baume, de padres francos, quienes confiaron la educación del pequeño a san Auberto, obispo de Cambrai. Pero al cumplir los dieciocho años, Landelino se emancipó de toda tutela, escapó de casa y se unió a malas compañías que le llevaron a cometer robos y otros delitos. La muerte repentina y trágica de uno de sus asociados, despertó en él la conciencia del peligro que corría su alma. Inmediatamente decidió volver al lado de san Auberto como un humilde penitente y, poco después, anunció su determinación de retirarse a Lobbes, un lugar donde había vivido con sus antiguos amigos, para purgar con la penitencia y la soledad sus pasadas culpas. Pero muy pronto se encontró rodeado por discípulos que deseaban seguir su ejemplo; de aquel grupo surgió la famosa abadía de Lobbes.
San Landelino, que se consideraba absolutamente indigno de gobernar una comunidad religiosa, constituyó a su discípulo, san Ursmar, como el primer abad, y él mismo partió, primero hacia Aulne y de ahí a Wallens donde, según algunos de sus biógrafos, nacieron otras comunidades en torno suyo. Todavía en busca de soledad, penetró junto con san Adelino y san Domiciano, en el extenso bosque que ocupaba el territorio entre Mons y Valenciennes. Hasta ahí le siguieron nuevos discípulos que fundaron la abadía de Crespin, a la que el propio Landelino se vio obligado a gobernar. Sin embargo, todo el tiempo que le dejaban libre sus obligaciones, lo pasaba en la oración y penitencia, en una celda alejada del resto de la comunidad. Al parecer, murió alrededor del año 686.
Hay dos breves biografías de san Landelino que pretenden ser de fecha muy antigua, pero la primera de ellas fue escrita más de un siglo después de su muerte y no se la puede considerar como segura. Tal vez encontremos material más digno de confianza en la biografía en verso de san Ursmar y en la Gesta Abbatum Labbiensium. Véase también a J. Warichez en L'Abbaye de Lobbes (1909), pp. 5 y ss.