Hay en ese momento un emperador en Nicomedia (Asia Menor) y otro en Milán: son Diocleciano y Maximiano, ambos con el título de «Augusta». Y además hay dos «Césares», es decir, dos adjuntos y sucesores designados: Galerio en Sirmium (actualmente Mitrovica, Serbia), y Constanzo en Tréveris, Alemania. Esta es la tetrarquía, el nuevo ordenamiento del poder hecho desde el vértice para reforzar al imperio romano, junto con las victorias contra los enemigos y la disciplina interna. Para aumentarla, Diocleciano utilizó la técnica de las monarquías orientales: proclama el carácter divino del emperador. Y aquí la historia del gran estratega se cruza, sin saberlo él, con un cristiano de la Venezia Giulia, Justo, que tiene ya en su entorno una pequeña reputación, como hombre de gran penitencia y generosidad, un cristiano desde la niñez «Gracias a mis padres». Eso, al menos, surge de la narración de su martirio (Passio).
El documento fue incluido en Acta Sanctorum, como texto derivado de las actas oficiales del proceso. ¿Es Justo también sacerdote? El Diccionario Eclesiástico de la Utet, editado en 1952, afirma que sí, pero no aporta elementos para su confirmación. En todo caso, este piadoso hombre ha caído en el 303 en el deber imperial que impone a los cristianos el dar testimonio de su lealtad al soberano (o mejor dicho, a los cuatro reyes), sacrificando a los dioses de Roma, incluyendo también a Diocleciano.
El gobernador romano local, o presidente, llamado Mannaccio, convoca a todos los cristianos y les comunica la orden. A los que no obedecen les aguarda la muerte. Cuando es llamado, Justo no se comporta como enemigo o rebelde: es un súbdito fiel del emperador, pero no puede sacrificar a los dioses romanos, porque su Dios es Jesucristo. La sentencia es por lo tanto inevitable. El presidente Mannaccio Hace hace arrojar a Justo al mar frente a Trieste, atado a unos pesos que lo debían arrastrar hacia abajo inmediatamente. Pero los lazos se disuelven y el cuerpo del mártir se desprende, de vuelta a la playa. Concurren un sacerdote cristiano y un grupo de fieles, que recogen el máximo cuidado el cuerpo y le dan sepultura cerca del lugar del descubrimiento.
En el siglo V se construye sobre una colina, una basílica cristiana, donde había un templo dedicado a los dioses antiguos, allí se translada al cuerpo del mártir, que da su nombre al lugar: Colle di San Giusto. El culto continúa y se desarrolla con el tiempo. La iglesia dedicada a él en el Capitolio se fusionará con su adyacente en el siglo XIII, dedicada a la Asunción: así nació la nueva catedral de Trieste, que estará hasta hoy intitulada con su nombre. Patrono de Trieste, aunque la fiesta de san Justo cae el 2 de noviembre, por la concurrencia litúrgica con la conmemoración de los fieles difuntos, se aplaza para el día siguiente, 3 de noviembre.
Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Domenico Agasso en Famiglia Cristiana. En Ökumenisches Heiligenlexikon hay una abundante iconografía del mártir.