Julian, un joven nacido en Dalmacia, fue reconocido como cristiano en Italia, cerca de Anagni, en la persecución de Antonino Pío. Conducido a Atina, fue allí sometido por Flaviano, prefecto de la provincia de Campania, a diversos tormentos. Mientras sufría la pena del potro se desplomó el templo de Serapis, y cayó en pedazos la estatua del dios. Acusado entonces de magia fue decapitado entre las ruinas del mismo templo.
Tal es la leyenda transmitida en un manuscrito italiano de Chioccarelli. Baronio, en los Annales, asigna el martirio de Julián al año 175, bajo el emperador Marco Aurelio, durante el pontificado del papa Sotero. Pero en el Martirologio Romano se coloca el martirio bajo Antonino Pío (138-161). En el Martirologio de la Basílica Vaticana, se considera que la sede del martirio fue Sora, y añade que en esta ciudad se conservan manuscritos de las Actas del mártir. La leyenda sorana y la atinate sólo difieren en la localización y en algunas circunstancias del martirio. Ambas son ciertamente tardías, y cabe señalar que en las dos se asigna al martirio del santo el mismo día, el 27 de enero, posiblemente por influencia de que en ese día se recuerda a san Julián de Le Mans.
Las reliquias del mártir fueron encontradas en el mismo lugar donde se celebraba su memoria, en una antigua iglesia dedicada al santo en Sora, como lo demuestra el proceso autentificado de su hallazgo, documentado en una acta autógrafa del obispo Giovannelli (1609-32), transmitida a la Congregación de Ritos el 15 de abril de 1614. Las reliquias fueron descubiertas el 2 de octubre de 1612 y trasladadas por deseo de Constanza Sforza Boncompagni a la iglesia del Espíritu Santo el 6 de abril de 1614. El obispo Mons. Agustín Colaianni (1797-1814) las hizo trasladar de nuevo a la catedral, donde son hasta ahora veneradas bajo el altar dedicado al santo, mientras que en la parte superior del mismo altar hay una imagen de madera que lo representa con la palma del martirio.
Traducido para ETF de un artículo de Vincenzo Fenicchia en Enciclopedia dei Santi, que recogemos de Santi e Beati.