Bajo el nombre de Juan de Ravena se evocan tres obispos distintos, cada uno de las cuales ha estado en algún momento inscripto en el calendario del culto. El primero, del siglo IV, es llamado también Angeloptes, y no estuvo nunca asentado en el Martirologio Romano, así que difícilmente se lo confunda con el de hoy. El segundo, en cambio, fue obispo de Ravena en el siglo V, y estaba incluido en el Martirologio Romano anterior, en fecha 12 de enero. Puede fácilmente ser confundido con el que celebramos hoy (Juan III o Juan II, según si la fuente cuenta o no a Juan Angeloptes), llamado Juan Romano, que es del siglo VI (ejerció su episcopado entre el 578 y el 595), su fecha de celebración es 19 de enero, y se ha incorporado al Martirologio en la nueva edición, ya que en la anterior no figuraba. Por eso, cuando en el resumen de datos del santo, en el encabezado de la página, ponemos «fecha en el calendario anterior: 12 de enero», debe tenerse presente que no sólo se ha desplazado la fecha, sino que se ha sustituido al personaje.
El Juan de Ravena que celebramos hoy vivió en un momento complicado: políticamente, la invasión de los lombardos, que a partir del 560 se lanzaron a la conquista de Italia, devastando, como solía ser en estos casos, las ciudades a las que vencían. Juan es alabado por cuidar y mantener, incluso desde el punto de vista civil, su pueblo durante la invasión. Ravena representaba en esas décadas el centro del poder del imperio bizantino en Occidente, por lo que su importancia estratégica no podía ser mayor. Desde el punto de vista eclesiástico, Ravena era el punto de contacto entre la Iglesia de Occidente y el centro imperial de Bizancio, por lo tanto su obispo era, de alguna manera, el rival natural del obispo de Roma. La llamada «Controversia de los tres capítulos», compleja cuestión que pertenece al curso general de la historia de la Iglesia, pero que podemos simplificar mucho diciendo que se trató de un pulso entre el Emperador Justiniano y el Obispo de Roma Virgilio, aunque se desarrolló unos años antes que el episcopado de Juan, dejó secuelas graves en las relaciones entre el papado y el imperio; parece que Juan mantuvo una postura favorable al Emperador, tal como se deduce de la anónima «Epistula generalis seu apologetica contra Iohannem Ravennatem episcopum» (Epístola general o apologética contra Juan, obispo de Ravena), en la que el autor se queja amargamente y lanza invectivas contra el obispo, ya que ese autor anónimo ha sido condenado a muerte por la autoridad civil en la cuestión teológica que se debatía, y a pesar de que el obispo de Roma lo había perdonado, el de Ravena no.
De todos modos, las relaciones con san Gregorio Magno (que gobernó del 590 al 604, en parte coincidente con Juan) parecen haber sido fluctuantes, ya que, a pesar de la tensión, el Papa alaba la virtud de Juan, y le dedica una de sus obras más destacadas, la «Regula Pastoralis». Durante su episcopado se concluyó y dedicó solemnemente, el 17 de mayo del 582, la basílica de San Severo in Classe. Nada más sabemos de Juan, cuya vida y hechos sólo podemos deducirlos de manera muy indirecta.
En Acta Sanctorum sólo se presenta al Juan del siglo V (enero, I, pág. 727). Sobre la controversia de «Los tres capítulos» puede leerse el resumen en la Enciclopedia Ger, o más detalladamente (y sin tanta parcialidad pro romana) en Historia de la Iglesia, H. Jedin, tomo II, Herder, pág. 612ss. Acerca de la «Epistula generalis...» ver Di Berardino, Patrología, BAC, 2000, IV, pág. 311-12.