Moscati nace en Benevento el 1880 y muere en Napoles el 1927. A los ocho años, el dia de la Inmaculada, recibe por vez primera a Jesus en su corazon. Desde entonces siempre que pueda lo recibira cada dia. Si alguna vez por causa grave no puede hacerlo se lamentara con estas palabras de su Diario: «¡Oh Señor, hoy he permanecido lejos de Ti! ;Tampoco hoy, Jesus mio, has entrado en mi corazon!»
Moscati se entrega de lleno a su formacion cientifica y moral. En ambos caminos corre para poder llegar a tiempo. Alguien le pregunta si no sera sacerdote. El piensa que no, que el Señor lo quiere laico cristiano. Aqui, piensa él, puedo hacer tanto bien o mas que de sacerdote: «éste es mi sacerdocio».
Escribiendo a una persona que lloraba la muerte de su hija, le dice Moscati: «Pasa la belleza, encanto de la vida. Solo el amor permanece siempre, el amor que es origen de toda obra buena, el amor que nos sobrevive, que es esperanza y religión, porque el amor es Dios. Satanás trato de malear el amor terreno; pero Dios lo purificó a través de la muerte. Grandiosa muerte, que no es fin, sino principio de lo sublime y de lo divino, y en comparacion con lo cual ni las flores ni la belleza son nada».
Despues de unos brillantes examenes en los que llamo la atencion por sus vastos conocimientos de medicina, alcanzo una plaza en Napoles y se entrego de lleno al cuidado de los cuerpos. A la vez que curaba estos, se preocupaba mas aun si cabe, de las almas. Curaba ambos a la vez. Tomó parte en varios congresos nacionales e internacionales de medicina, como el de Budapest en 1911 y de Edimburgo el 1923. Publicó varios estudios muy apreciados sobre temas medicos.
Todos los pobres acudian a ser visitados y atendidos por él porque sabían que bastaba decirle que eran pobres para que les hiciera los servicios siempre gratis. Y lo que más buscaban los enfermos no era solo el regalo del trabajo, sino el modo, el cariño que en el mismo ponía y con la gran pericia que les curaba.
Amo tiernamente a la Virgen Maria bajo la advocacion del Carmen. La "Bruna" tan amada por todo buen napolitano, la llevaba siempre en su corazon, cuyo escapulario vestía con gran afecto. Este apostol vestido de blanco partia a la eternidad el 12 de abril de 1927. Fue canonizado por SS Juan Pablo II el 25 de octubre de 1987 en la Plaza de San Pedro.