Este mártir coreano había nacido en 1786 en la provincia de Kyonggi, en el seno de una familia obrera de religión pagana. Contrajo matrimonio y quedó viudo; volvió a casarse y volvió a enviudar, pasando por una fuerte crisis moral. Persona seria y responsable, era bien apreciado entre sus vecins. Cuando conoció el cristianismo, empezó con iluslón el catecumenado, pero la encarnación del Hijo de Dios y su concepción virginal le resultaban muy difíciles de creer. Abandonó entonces el catecumenado, se puso a criticar abiertamente los dogmas cristianos, y llevó una vida completamente al margen del cristianismo. Sus amigos católicos quisieron atraerlo de nuevo, pero todo fue en vano, hasta que un día una conversación con uno de ellos le llegó al corazón. Decidió entonces volver al catecumenado y ajustar su conducta al evangelio.
Convertido sinceramente al cristianismo, fue bautizado en abril de 1838, recibió la confirmación, y fue en adelante un creyente convencido y fervoroso en la práctica de la religión. Cuando llegaron las persecuciones, admiró el modo como los mártires confesaban públicamente su fe al precio de su vida, y quiso presentarse espontáneamente, pero lo persuadieron de que no era ése el camino. Sin embargo al tiempo fue acusado de ser cristiano y, arrestado el 18 de mayo de 1839, fue llevado ante las autoridades, ante las que testimonió valientemente su fe, y se negó a apostatar tal como le invitaban para salvar su vida. Luego lo sometiron a torturas, en las cuales mostró gran fortaleza y paciencia; el 26 de mayo le dieron 25 golpes de bastón, pero ya estaba muy debilitado y, llevado a su celda, expiró. Fue canonizado el 6 de mayo de 1984.