Entre los santos que han honrado con su presencia y actividad la bellísima ciudad de Aosta y su valle, además de san Urso, eremita del siglo VI, y san Grato, obispo y patrono de la ciudad, del siglo V, está san Jocundo, que fue el tercer obispo de Aosta -la romana Augusta Pretoria-, sede en la que sucedió al mencionado san Grato. Por su lejanía en el tiempo y por falta de documentación, no puede decirse casi nada de él. Se sabe con certeza que participó en el Concilio de Roma del 501 y del 502.