Prácticamente todos los martirologios occidentales posteriores al siglo V mencionan a los santos Gordiano y Epímaco. El Martirologio Romano los ha conmemorado durante mucho tiempo juntos, a pesar de que no tienen relación entre sí, porque san Gordiano estaba asociado al mismo templo que Epímaco, como veremos.
Se dice que Epímaco fue arrojado en un horno para cocer ladrillo, en Alejandría, el año 250, junto con otro mártir llamado Alejandro, tras de haber sufrido crueles torturas por la fe. El cuerpo de San Epímaco fue después trasladado a Roma. San Gordiano fue decapitado en Roma en una fecha que no puede precisarse y sus restos fueron depositados en la tumba de san Epímaco. Hildegarda, la esposa de Carlomagno, regaló la mayor parte de las reliquias de estos dos santos a la abadía de Kempten, en Baviera, que ella había restaurado.
Las «Actas» de estos mártires son espurias, pero no se puede dudar de la existencia histórica y del culto de san Gordiano. Todavía se conserva el epitafio de san Gordiano escrito por el papa San Dámaso. El Pontífice dice que san Gordiano era adolescente, en tanto que las "Actas" afirman que fue ministro («vicarius») del emperador Juliano. Siguiendo a las Actas, muchos santorales ubican a san Gordiano en el 369 (época de Juliano), pero no hay estrictas razones para ello.
Aunque el conjunto del material proviene del Butler, lo he reorganizado para dar cuenta de lo que hoy es una certeza para el Martirologio -que estos dos santos deben celebrarse por separado-, y que en el momento de edición del Butler era sólo una conjetura del hagiógrafo.