Nació en Cai-Nong en 1815. Destacado creyente, acompañó al vicario apostólico cuando éste hubo de dejar el país y dirigirse a Tailandia y Calcuta, donde residió. Aquí le ayudó en la redacción de un diccionario latino-annamita, siendo un acompañante fiel y leal del obispo. Muerto éste, volvió a su patria. Por fin, en 1840, se decidió por el sacerdocio e ingresó en el seminario de Penang. Terminados los estudios fue ordenado en 1846 y destinado a su pueblo natal, donde ejerció el sacerdocio con gran dedicación.
Arreciando la persecución, se trasladó al poblado de Ma Bat donde fue acogido por una familia, pero Felipe temía que esta familia sufriera represalias por alojarlo y, entonces, decidió entregarse. Así lo hizo el 26 de febrero de 1853.
Arrestado y juzgado, se le conminó repetidamente a apostatar pero no se logró de él sino una perseverante confesión de fe cristiana. Se le condenó al destierro, pero el rey Tu Duc en vez de confirmar la sentencia de exilio la conmutó por la de muerte.
Llegado el día de su ejecución en Cai-Nhum, entregó su dinero a un amigo rogándole que con ello pagara estipendios de misas por su alma pero que no gastara nada en aparato funeral. Luego saludó a los verdugos como a unos amigos. Procuró que le dejaran claro que lo mataban por ser cristiano y entonces ofreció mansamente su cabeza al verdugo, que lo decapitó. Los fieles recogieron su cuerpo y su cabeza, y componiéndolos lo vistieron con los ornamentos de la misa y así lo enterraron en su pueblo natal. Fue canonizado el 19 de junio de 1988.