El primero de los grandes apologetas cristianos fue san Cuadrato, el cual, según suponen algunos autores, ocupó el cargo de obispo de Atenas a la muerte de san Publio. Eusebio y otros escritores eclesiásticos hablan con respeto de cierto Cuadrato, gran profeta y siervo de Dios, que había sido discípulo de los Apóstoles. Pero es imposible determinar si se trata de nuestro santo. Cuando el emperador Adriano fue a los juegos eléusicos a Atenas, san Cuadrato le dedicó un tratado en defensa de la fe. Gracias a ello, el emperador reprimió la persecución, o por lo menos no dio nuevos decretos persecutorios. Eusebio y tal vez también san Jerónimo, conocieron esa apología que desgraciadamente se ha perdido. El santo citaba los milagros de Cristo como prueba de su divinidad y afirmaba que él había conocido a algunos de los enfermos curados por el Señor y de los muertos que había resucitado. No sabemos exactamente cuándo murió san Cuadrato; probablemente fue hacia el año 129, o poco después.
En Acta Sanctorum, mayo, vol. VI, se encontrarán los pasajes de Eusebio y san Jerónimo, a través de los cuales conocemos a san Cuadrato. El nombre de Cuadrato era bastante común, de suerte que es difícil determinar si el apologeta, el obispo de Atenas y el profeta de Asia Menor se identifican. Véase Bardenhewer, Geschichte der altkirchlichen Literatur, vol. I, pp. 168-169; Harnack, en Texte und Untersuchungen, vol. I, pte. 1, p. 100 ss; Harnack, Chronologie der altchristlichen Literatur, vol. I, pp. 269-271.