El 21 de diciembre de 1893 el Papa León XIII reconocía el antiguo culto tributado y el título de santo, a los cuatro primeros abades de la famosa abadía de la SS. Trinidad de Cava dei Tirreni, fundada en el siglo XI. Son san Alferio, el fundador y primer Abad (m. 1050), san León I (abad de 1050 a 1079), san Pedro I Pappacarbone (abad de 1079 a 1123) y san Costable o Constable (abad entre 1122 y 1124), y sus reliquias descansan en la iglesia de la abadía, en la «Capilla de los Santos Padres».
Constable nació alrededor de 1070 en Tresino, Lucania, de la noble familia Gentilcore; a los siete años fue confiado al abad de Cava san León I, y finalmente se convirtió en monje en la misma abadía. Demostró un compromiso encomiable con la regla benedictina en la vida monástica, a tal punto que fue considerado un ejemplo para sus hermanos y encargado por el abad de importantes tratativas para la abadía.
El 10 de enero de 1118, con consenso completo de los monjes, fue elevado por el abad san Pedro I a ser su coadjutor en el gobierno de la abadía, considerablemente engrandecida en ese momento. Le sucedió a su vez en el cargo, desde la muerte de Pedro, el 4 de marzo de 1122.
Explicaba sus exigencias con amabilidad, comprensión por cada uno de los monjes y sus problemas individuales, sin hacer pesar su autoridad. Murió el 17 de febrero de 1124, a tan sólo 53 años, y fue enterrado en la iglesia que daba a la «Gruta Arsicia», utilizada para san Alferio. Después de su muerte apareció varias veces a los abades sucesores, viniendo en ayuda de sus contingencias; se habla de su milagrosa intervención para salvar a los buques que entonces pertenecían a la famosa abadía, al punto que durante toda la Edad Media se lo consideraba el protector de los marineros de la abadía.
Traducido de un artículo de Antonio Borrelli.