Patrono de Alessandría, en el Piamonte, fue contemporáneo del rey lombardo Liutprando (712-744) y el más antiguo testimonio que habla de él nos viene del historiador Pablo Diácono, Monje benedictino lombardo (720-799 aprox.), casi contemporáneo del santo. Baudolino (Baudilio) es llamado por el historiador «un hombre de santidad admirable», fue un ermitaño dotado del don de hacer milagros y del de profecía, que vivió en Foro (la actual Villa del Foro, cerca de Alessandría). Pablo Diácono, en su «Historia Langobardorum» trae entre otros, un episodio como prueba de los dones sobrenaturales con los que había estado dotado: durante una cacería, un conde, al tratar de abatir un ciervo con el arco, falló el tiro, abatiendo en su lugar a Anfuso, sobrino del rey Liutprando; la herida era grave y el rey envió un mensajero a Baudolino, para que suplicara al Señor por la curación del joven sobrino. Mientras el mensajero iba a la ermita de Baudolino, Anfuso murió, así que cuando llegó, antes de que hablara, Baudolino le dijo que sabía todo lo que venía a pedirle, pero no podía hacer ya nada porque el joven ya estaba muerto.
El santo ermitaño murió alrededor del 740 y fue enterrado en Villa del Foro. Cuando se fundó Alessandría en 1168, los habitantes de Villa del Foro que se trasladaron allí llevaron consigo las reliquias del santo, que se convirtió en patrono de la nueva ciudad. Su patrocinio se hizo visible, según la tradición, cuando en 1174 apareció en las murallas para defender la ciudad, dispersando a los sitiadores gibelinos.
En 1189 se construyó una iglesia en su honor, que fue confiada a los Humiliati [una congregación laical que existió entre el siglo XII y el XVI], y a la supresión de estos, en 1571, se traspasó a los dominicos. Estos monjes, queriendo aumentar la ya grande popularidad de san Baudolino, elaboraron las pocas noticias que había de él, de modo que poco a poco se formó la leyenda de su vida, en la que los datos reales se mezclaron con otros plausibles, y con otros fantásticos y completamente absurdos. No faltó quien lo creyera obispo de Alessandría, por lo que en la iconografía alguna vez aparece con vestimentas episcopales. La leyenda decía que los gansos, ciervos y otros animales se reunían a su alrededor para escucharle predicar, y así lo recogía la antífona del Magnificat en el oficio de los Humiliati («Al llamado de Baudolino se acercaban los patos y escuchaban sus palabras...»), por lo que a veces se lo representa rodeado por estos animales.
En 1803, cuando la iglesia de los dominicos fue cerrada, las reliquias del santo se llevaron a la iglesia de San Alejandro, y luego, en 1810, se trasladaron a la catedral y colocaron en una capilla dedicada a él.
Traducido y redactado para ETF a partir de un artículo de Antonio Borrelli en Santi e Beati. Acta Sanctorum, nov. tomo IV, recoge los textos de Pablo Diácono, así como otros testimonios, incluido el oficio de los Humiliati.