San Audeno nació en Sancy, cerca de Soissons, hacia el año 600. Su padre, san Autario, pertenecía a una familia franca. Cuando Audeno y su hermano Ado eran todavía pequeños, su padre acogió en su casa de Ussy-sur-Marne a san Columbano, quien había sido desterrado. Tras recibir una buena educación, ambos jóvenes fueron enviados a la corte de Clotario II. Audeno se hizo ahí amigo de un grupo compuesto por san Eligio, san Wandrilo y san Desiderio de Cahors. También se ganó el favor de Clotario y de su sucesor, Dagoberto I, quien le nombró canciller del reino. En el desempeño de ese oficio, el santo se opuso infatigablemente a la simonía, que estaba muy arraigada. Fi año 636, el monarca regaló a Audeno unas tierras en el bosque de Brie, y ahí construyó éste un monasterio, en el sitio que se llama actualmente Rebnis. Siguiendo el consejo de san Faro, obispo de Meaux, mandó llamar de Luxeuil a Ailo, discípulo de san Columbano y le nombró primer abad del nuevo monasterio. Audeno hubiese querido retirarse a Rebais, pero no consiguió que el rey y los nobles le dejasen partir. Aunque eran todavía laicos, Audeno y Eligio, por su celo, saber y piedad, tenían en la corte autoridad de obispos y promovían la causa de la religión y la virtud en todo el reino. Dagoberto murió el año 639. Su hijo y sucesor, Clodoveo II, profesó a san Audeno la misma estima que su padre, y el santo siguió ocupando el puesto de canciller. Finalmente, Audeno consiguió permiso del rey para recibir la ordenación sacerdotal de manos de Adeodato, obispo de Mácon y, poco después, fue elegido obispo de Rouen. Por la misma época, su amigo san Eligio fue elevado a la sede de Noyon. Ambos se retiraron algún tiempo a prepararse para su alta dignidad mediante el ayuno y la oración y recibieron juntos en Reims la consagración episcopal el año 641.
San Audeno mostró en el desempeño de su cargo gran humildad, caridad y espíritu de mortificación. Su celo era infatigable y, por la bondad y paciencia, se hacía todo a todos. Promovió la cultura fundando varios monasterios, y envió misioneros a las regiones de su diócesis que no estaban todavía evangelizadas. Por otra parte, no cejó en su esfuerzo por desarraigar la simonía y otros abusos. El rey Thierry III le tenía por consejero. Por su parte, el santo apoyó la política del mayordomo de palacio, Ebroín, de suerte que fue, tal vez sin darse cuenta, causante de las injusticias que se hicieron a san Legerio y a san Filiberto. Al volver de una misión política en Colonia, san Audeno se retiró a Clichy, donde cayó enfermo y murió el 24 de agosto de 684.
La más antigua biografía de san Audeno data de comienzos del siglo VIII. W. Levison hizo una edición crítica de ella en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov, vol. V, pp. 536-567. En las pp. 548 ss., Levison comenta igualmente las dos biografías del siglo IX. En Acta Sanctorum, agosto, vol. IV, pueden verse la biografía del siglo VIII y una de las del IX. La otra biografía del siglo IX fue publicada en Analecta Bollandiana, vol. V, pp. 76-146. Sin duda que la mejor biografía moderna es la de Vacandard, Vie de St Ouen (1902); dicho autor rectifica en varios puntos la cronología.