En el siglo que vio surgir y afirmarse el nuevo astro de la espiritualidad cristiana, san Francisco de Asís y todo el vasto movimiento de renovación en la pobreza, en la Italia central, antes y junto a otras regiones, surgieron otras figuras ejemplares de caridad, que a su paso donaron su juventud y sus bienes al nuevo ideal que sacudía las raíces de la Iglesia del siglo XIII. Y una de esas figuras fue la de san Amato Ronconi, que nació de una rica familia de Saludecio (en la nomenclatura medieval S. Lauditius), en la diócesis de Rímini. Se ignora su fecha de nacimiento, así como la de su muerte.
Quedó huérfano de ambos padres, y fue acogido por su hermano mayor Jerónimo, pero llegado a la juventud, se ganó el odio de su cuñada, por haber rechazado un matrimonio que ella había pactado ya para él. Decidió entonces abandonar la casa familiar, y afincado en el Monte Orciale, se dio a la construcción de un hospedaje, dedicado a la Natividad de María Virgen, para dar un lecho a pobres y peregrinos. Para sostener esta laudable obra, y las necesidades económicas anejas, Amato donó en secreto el producto de sus tierras y el fruto de su trabajo de agricultor, que recibía trabajando para otros.
Llevó una vida de penitencia, cada día se flagelaba, al uso de la época, y comía algunas verduras. Bien pronto fue considerado por el pueblo como un loco, pero especialmente por la cuñada, más enfurecida aun porque veía esfumarse la propiedad que podría haber sido suya y de su marido, y por ello no dudó en acusarlo de incesto ante las autoridades [N.ETF: es decir, posiblemente de haberla forzado a ella a tener relaciones, lo que en la legislación de la época, aunque el parentesco era político, constituia incesto]. Según la «Vita» escrita en 1518 por el humanista Sebastián Serico, quien a falta de documentación acudió a las tradiciones orales, el Señor demostró al inocencia de su siervo por medio de varios milagros.
Otros detalles de su vida se obtienen de su testamento, donde se lee que «el honesto y religioso hombre, hermano Amato de la Tercera Orden del beato Francisco, propietario y fundador del hispicio de Santa Maria del Monte Orciale, junto al castillo de Saludecio, hace solemne cesión de ese hospicio y de todas sus propiedades a los Benedictinos de San Julián y de San Gregorio de Conca de Rimini, pidiendo al mismo tiempo ser enterrado en la capilla del mismo hospicio.» El testamento lleva la fecha de 10 de enero de 1292, y es el único documento que atestigua el siglo en el que vivió el santo, porque en un documento fechado el 26 de mayo de 1304, el legado pontificio Card. Francisco de San Eusebio confirmaba esa donación, escribiendo al monje Salvo, prior del hospicio de san Amato, y concedía indulgencia a quien visitase el sepulcro del santo.
La capilla del hospicio, donde según su deseo reposaba su cuerpo, quedó destruida por un incendio ocurrido en mayo de 1330; las reliquias fueron trasladadas a la parroquia de San Biagio. Su culto fue confirmado por el papa Pío VI con el título de beato el 17 de abril de 1776 y fue recientemente canonizado, en noviembre de 2014, por SS Francisco. En Saludecio hay un templo dedicado a su memoria, y su fiesta religiosa ha sido establecida en el 8 de mayo.
Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli. El testamento, indica el mismo autor, fue publicado por primera vez en el volumen «Rimini nel secolo XIII», editado en 1862.