San Acacio o Agato es, junto con san Mucio, el único mártir auténtico de Bizancio, en la antigüedad. Había nacido en Capadocia y era centurión del ejército imperial. Murió por la fe durante la persecución de Diocleciano y Maximiano. Como sufrió solo el martirio, hay que situar en otra fecha a los setenta y siete compañeros que se le atribuyen generalmente. Según las «Actas» de san Acacio, que no son fidedignas, fue denunciado por el tribuno Firmo, en Perinto de Tracia, donde el juez Bibieno le mandó torturar cruelmente. Después, fue trasladado a Bizancio, donde le flagelaron públicamente y le decapitaron.
En Constantinopla había dos o tres iglesias dedicadas a san Acacio. Una de ellas fue construida por Constantino el Grande. El pueblo la conocía con el nombre de «el nogal», porque en su estructura había un trozo del nogal en ei que, según la leyenda, el santo había sido colgado durante la flagelación.
El texto griego de las actas de san Acacio se halla en Acta Sanctorum, mayo, vol. II, junto con la antigua versión siria editada por P. Bedjan. Ver el artículo del P. Delehaye sobre san Acacio en Analecta Bollandiana, vol. XXXI (1912), p. 228, así como las páginas que consagró al santo en Origines du Cuite des Martyrs, pp. 233-236; y en Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 239. El nombre de san Acacio aparece tanto en el antiguo Breviarium sirio, como en el calendario español de Carmona. Cf. Salaville, Les Eglises de St Acace, en Echos d'Orient, vol. XI, pp. 105 ss.