El anacoreta san Eutimio narra que Acacio era lector en la iglesia de Melitene, en Armenia. Nacido de una rica familia y educado con insignes maestros y hombres de letras, el obispo Otrea lo nombró preceptor del propio Eutimio, posteriormente autor de la «Passio» del santo. Antes del Concilio de Éfeso (431), en el cual tomoó parte militando entre los antinestorianos, Acacio fue elevado al episcopado.
Nestorio ocupaba la sede de Constantinopla, y enseñaba una doctrina que llevaba a separar por completo en Cristo la persona humana, y la persona divina; a esta posición se oponía con firmeza san Cirilo de Alejandría, y con posiciones menos claras el patriarca Juan I de Antioquía. Dado que las tres sedes, Alejandría, Antioquía y Constantinopla, se mantenían siempre en una posición de rivalidad más o menos declarada, en una época en que aun no había sido del todo expresado en categorías teológicas el misterio de Cristo, era difícil saber si la oposición de unos a otros se debía a una auténtica búsqueda de la verdad del dogma o a luchas que provinieran de aquella rivalidad.
El santo obispo estaba ligado por amistad a Nestorio, pero era evidente que las posiciones de san Cirilo de Alejandría venían dictadas por la plena adhesión a la ortodoxia y no por la antigua rivalidad entre las sedes de Alejandría, Constantinopla y Antioquía. Acacio tuvo aun que insistir sobre la ambigua posición que tomaba Juan I de Antioquía. Acacio fue elegido junto con otros siete para ser enviado al emperador Teodosio II y ponerlo al tanto de las intrigas de los antioquenos, quienes a su vez no dudaron en volver la misma acusación contra Acacio. En realidad él mantuvo siempre una clara oposición a las teorías nestorianas mas, por haber participado en la consagración del sucesor de Nestorio en la sede constantinopolitana, Juan de Antioquía lo hizo deponer de la sede de Melitene. Juan finalmente se reconcilió con Cirilo de Alejandría, pero Acacio mantuvo una posición de abierta intransigencia.
Hacia el 435, el ex obispo de Melitene continuaba lamentando la venenosa supervivencia de la herejía nestoriana, oficialmente establecida, y se decide a combatir a Teodoro de Mopsuesta (cuyas posiciones cristológicas favorecían el nestorianismo), apoyado por Rabbula de Edessa, enviando cartas a los obispos de Armenia acerca de la conducta a seguir. Sin embargo, parece que el santo no participó de las controversias monofisitas. Según Filartete, obispo de Cernicov, Acacio habría muerto en el 435, pero probablemente fue más tarde, en todo caso antes del 449, cuando sobre la cátedra de Melitene figura su sucesor, Constantino. En el 449, en el concilio de Melitene, san Acacio fue homenajeado como «nuestro padre y nuestro doctor» .
Traducido y adaptado para ETF de un artículo de Fabio Arduino. Se ha completado la exposición original con algunos elementos de contextualización histórica y dogmática.