EL 28 de mayo de 1582, tres sacerdotes, Tomas Ford, Juan Shert y Roberto Johnson, fueron ahorcados, arrastrados y descuartizados en Tyburn. El motivo aparente de su ejecución fue su participación en una conspiración imaginaria contra la reina, conocida con el nombre de «la conspiración de Roma y Reims»; pero, en realidad, fueron martirizados por haber ejercido el ministerio sacerdotal y por haberse negado a reconocer a Isabel como cabeza de la Iglesia.
Tomás Ford nació en Devonshire. Después de obtener el grado de Maestro de Artes en Oxford, pasó al Colegio de la Trinidad. Pero por motivos de orden religioso, decidió abandonar la Universidad. Se trasladó entonces al Colegio Inglés de Douai, donde hizo sus estudios sacerdotales y fue uno de los primeros que recibieron las sagradas órdenes en dicha institución. Hacia 1576, fue enviado a la misión de Inglaterra, donde trabajó con gran éxito. En 1581, fue arrestado junto con san Edmundo Campion en casa del señor Yates, en Lyford, de Berkshire. Encarcelado en la Torre de Londres, fue condenado a muerte, en base a las deposiciones de testigos que jamás le habían visto. El P. Ford declaró, ya en el carro que le llevaba al sitio de la ejecución: «Soy católico y muero como católico». En el cadalso proclamó que reconocía a la reina como soberana y que jamás había hecho nada que pudiese ofenderla.
Juan Shert nació en Cheshire y estudió también en Brasenose, en Oxford. Después de terminar sus estudios universitarios, ejerció el oficio de maestro, en Londres. Entristecido por las condiciones religiosas de su país, fue, como el P. Ford, a hacer sus estudios sacerdotales en Douai y recibió las órdenes en Roma. En 1579, fue enviado a Inglaterra, donde trabajó dos años, hasta que fue detenido, el 14 de julio de 1581. Aunque no se le pudo probar ningún crimen, fue condenado a la horca. En Tyburn le obligaron a presenciar la ejecución y el descuartizamiento de Tomás Ford. En vez de amilanarse por ello, gritó al mártir: «¡Feliz de ti, alma bendita! ¡Ruega por mí!» Aunque podía haberse salvado con sólo pedir perdón y declarar que Isabel era la cabeza de la Iglesia en Inglaterra, proclamó terminantemente: «La Reina no es ni puede ser la cabeza de la Iglesia; ese título pertenece exclusivamente al Supremo Pastor».
Roberto Johnson, a quien algunas veces se confunde con Lorenzo Richardson [o Johnson, ver 30 de mayo], nació en Shropshire. Después de servir en una casa particular, pasó a Douai, donde se ordenó sacerdote en 1576. Trabajó unos cuatro años en la misión de Inglaterra, hasta que fue arrestado. Tres veces sufrió la tortura del potro en la Torre de Londres. En noviembre de 1581, fue condenado a muerte por las mismas razones que sus dos compañeros de martirio. Cuando el verdugo le echó la cuerda al cuello, el P. Johnson empezó a orar en voz alta, en latín. Como alguien le indicase que debía orar en inglés, el mártir respondió: «Rezo la oración que el Señor nos enseñó, en una lengua que conozco bien». Uno de los presentes le gritó entonces: «Ora como Cristo nos enseñó a orar». A lo cual el P. Johnson replicó hábilmente: «¿Acaso creéis que Cristo nos enseñó a orar en inglés?» En el momento en que el carro se retiró para dejarle colgado, el mártir seguía orando en latín.
Todos fueron beatificados el 30 de julio de 1886. Reproducimos del artículo lo pertinente a la fecha de hoy, que el Butler-Guinea dedica conjuntamente a los siete mártires de Tyburn de 1582, y que se celebran en el Martirologio Romano actual el 28 de mayo y el 30 de mayo, se hallará en esa fecha los cuatro mártires restantes, san Lucas Kirby y beatos Guillermo Filby, Lorenzo Johnson y Tomás Cottam.