Aunque es el único que fue asesinado al día siguiente, su pasión pertenece al grupo de los cuarenta mártires de la Compañía de Jesús, encabezados por el beato Ignacio de Acevedo, quienes, cuando se dirigían a evangelizar en Brasil, fueron atacados por una nave pirata al mando de un hugonote que abordó el «San Jacobo» con la expresa intención de acabar con los misioneros.