En el siglo XIII, la familia Maggi era una de las más poderosas de Brescia y encabezaba el partido de los güelfos. A principios del siglo XV, cuando nació Sebastián, la influencia de la familia había decaído, pero seguía siendo famosa. Sebastián ingresó en la orden de Santo Domingo a los quince años. Su ministerio fue muy fructuoso, ya que convirtió a muchos pecadores, reconcilió a muchas familias y poblaciones y aumentó la influencia de su orden. Desgraciadamente, tenemos pocos detalles sobre esa vida tan activa. El beato era un predicador elocuente, y gobernó admirablemente varios conventos. Reconociendo el genio y las virtudes de Jerónimo Savonarola, de quien era confesor, le nombró maestro de novicios en Bolonia, cuando apenas tenía veintinueve años y seis de profesión.
El beato Sebastián fue un ardiente defensor de la observancia monástica, y trabajó tenazmente en la reforma de varios conventos, particularmente del de Lodi, donde dio ejemplo saliendo a pedir de puerta en puerta limosna para la comunidad. Quería que sus súbditos viesen en él a un padre, y por ello se mostraba indulgente y bondadoso; pero, cuando sus hermanos no veían en él más que al superior, era muy severo. Aunque se hallaba enfermo, el beato Sebastián insistió en hacer la visita de su provincia. Pero la enfermedad le obligó a detenerse en el convento de Castello de Génova. El beato dijo a sus hermanos que ahí sería el sitio de su descanso eterno. En efecto, Dios le llamó a Sí el 16 de diciembre de 1496. Todos los genoveses acudieron a venerar su sepulcro, donde Dios obró varios milagros por su intercesión. El culto del beato Sebastián fue confirmado en 1760.
Mortier, en Histoire des Maitres Généraux O.P., vol. IV, pp. 548-550, habla con cierto detalle del beato Sebastián. Su nombre figura también en casi todas las obras sobre Savonarola. Hay también un breve artículo en Procter, Lives of Dominican Saints, pp. 339-342.