Nace en Vall de Uxó, provincia de Castellón y diócesis de Tortosa, el 23 de mayo de 1904. Educado cristianamente en su casa y en la escuela de su pueblo, resultó un seminarista y un estudiante modelo. El 12 de agosto de 1928, siendo ya clérigo, decidió ingresar en la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús. Fue ordenado presbítero el 25 de mayo de 1929. Tras estar un tiempo en Tarragona como prefecto del seminario, volvió a Tortosa, donde fue vicedirector de la casa de formación, prefecto del colegio de San José y rector del seminario menor, cargo que desempeñaba cuando le llegó el martirio.
En cuanto estalló la guerra, el 18 de julio de 1936, procuró ante todo que los alumnos marcharan con seguridad a sus casas. Sus familiares vinieron por él, lo llevaron a su pueblo y lo ocultaron en casa de un hermano, donde se dedicó a la oración, preparándose para el posible martirio y animando a las monjas clarisas, allí refugiadas también. El día 2 de octubre fue asesinado su hermano Vicente (cuyo proceso de beatificación está en curso), que pudo enviar antes una emocionante carta con la que Recaredo se dispuso aun más al martirio. Preparó a la familia para la fiesta de Cristo Rey con un triduo. Y el día de Cristo Rey, 25 de octubre, llegaron por él. Como no abrieron en el acto echaron abajo la puerta, dispararon contra su cuñado y se los llevaron a los dos. Salió de la casa recogido y sereno y con otras personas más fue llevado al cementerio nuevo de Nules y fusilado. No cayó muerto y uno de los milicianos, al ir a darle el tiro de gracia, le dijo que los bendijera. Como había caído sobre el brazo derecho pidió le dieran la vuelta. Pudo entonces bendecirles con la mano derecha y seguidamente recibió un tiro en un ojo que acabó con su vida. Juan Pablo II lo beatificó el 1 de octubre de 1995.