De Juan de la Paz se tienen noticias biográficas en tres dísticos colocados sobre su tumba. En resumen se afirma que fue un retoño de noble estirpe, que vivió primero como ermitaño en una selva solitaria, que volvió luego por amor de Dios a su ciudad y que allí construyó una iglesia dedicada a la Sma. Trinidad y un oratorio a San Juan Evangelista.
Juan Cini nació en Pisa hacia 1270. Se le llamó «de la Paz», por haber vivido largamente en un eremitorio cerca de la «puerta de la paz», de Pisa. En su juventud tuvo una educación y formación verdaderamente cristiana. En efecto, encontramos su nombre entre los primeros pisanos que abrazaron la Tercera Orden de la penitencia, poco antes instituida por el Poverello de Asís para la santificación de los fieles. Fue también soldado de la república de Pisa. En 1305 pasó de la vida militar a la vida de la penitencia y caridad. Iluminado por la gracia de Dios, reflexionó en su vida pasada como soldado, sintió gran dolor por todo lo malo que había hecho y tomó la resolución de apartarse del mundo para llorar sus culpas y seguir a Jesús en la penitencia.
Se propuso reactivar la «Pía casa de la misericordia» con el fin de aliviar los sufrimientos de los pobres, alojar a los peregrinos y dedicarse a todas las obras de caridad. Pero el ideal de Juan de la Paz no se limitó a la «Pia casa», su aspiración era la vida eremítica. Por tanto, en una celda junto a la Puerta de la Paz se consagró a la penitencia y a la oración para obtener de Dios el perdón de sus culpas e implorar sobre sus conciudadanos, con mucha frecuencia agitados por sangrientas luchas, la tan anhelada paz. Por varios años Juan dio lustre a su ciudad con el esplendor de las virtudes; su nombre estaba ya en labios de todos. Siempre afable y caritativo, se prodigaba por el bien de todos.
Dios lo quiso padre espiritual de numerosos discípulos que siguieron su ejemplo, fueron llamados «Ermitaños Terciarios Franciscanos» o «Fraticelli della Penitenza». En 1330 el arzobispo de Pisa entregó a éstos el eremitorio de Santa María della Sambuca, que bajo su dirección floreció de nuevo en santidad. El Beato Juan dejó allí un grupo de sus ermitaños y regresó a su oratorio junto a la puerta de la Paz; se hizo construir una celdita, donde pasaría el resto de sus días llevando una vida más celestial que terrena. Al llegar a la edad de 70 años, consumido por las austeridades se preparó para la muerte, la cual esperó como dulce hermana. El 13 de noviembre de 1335 desde su celda de recluso voló al cielo. Aprobó su culto Pío IX el 10 de septiembre de 1857. Sin embargo, cuando se aprobó el culto se hablaba de que había muerto en el siglo XV, no en el XIV,. porque se había confundido al beato Juan con otro Juan de Pisa, un peletero casado que no es el beato que conmemoramos hoy, pero que ha dado lugar a que, incluso hoy, en muchas biografías estén mal consignadas las fechas (ver la obra de S. Barsotti -que fue quien descubrió la confusión-, «Pro memoria sul B. Giovanni della Pace», 1901).
El presente artículo en su conjunto es de «Franciscanos...», pero la referencia a la confusión y la bibliografía correspondiente deben verse en el Butler-Guinea, vol IV, pág. 324.