Era natural de Celle di Monte Chiaro, Faenza, Italia, donde nace el año 1454 en el seno de una modesta familia que lo bautiza con el nombre de Andrés. El clima de piedad de su casa colabora a su pronta vocación religiosa, pues aún niño ingresa en la Orden de los Servitas en el convento de Faenza. Hace el noviciado y la profesión, tomando el nombre de Santiago Felipe y, concluidos los estudios preparatorios, se ordena sacerdote. Ejerce varios cargos en el seno de la comunidad, entre otros el de procurador del convento, y se granjea la estima de todos por su amabilidad y sus virtudes, especialmente la modestia, la humildad, la mansedumbre y su amor al retiro y al silencio.
Sumamente austero y penitente, no hacía sino una sola comida al día y aun ésta muy frugal y ordinaria, y si acaso cenaba, eran verduras crudas. Se disciplinaba casi todos los días y procuraba mortificarse en todo, pero disimulando para que sus penitencias no fueran conocidas. Estaba por ello sumamente delgado y se decía que su piel estaba adherida a los huesos. Sintiendo venir la muerte pidió perdón a cada uno de sus hermanos religiosos por cualquier cosa suya que les hubiese desedificado, muriendo santamente el 25 de mayo de 1483. Tenido enseguida por santo, su culto fue confirmado por el papa Clemente XIII el 22 de junio de 1731.