Otra brillante figura de santidad de la antigua diócesis de Aosta, que tuvo entre sus hijos a san Anselmo, san Urso, san Jocundo, san Grato. El beato Emerico nació en el castillo de Quart hacia la mitad del siglo XIII, hijo del noble Jacobo II. De joven, deseoso de estudiar teología, fue enviado a la universidad, posiblemente la de Turín, donde obtuvo el grado de Doctor. Al término de los estudios, retornó al castillo de Quart; pero no sintiéndose a gusto entre las vanidades del mundo, se retiró a un lugar -hoy llamado Valsainte- a una hora del castillo, para llevar vida solitaria, dedicado a la contemplación y a la oración; en ese lugar surgió después un oratorio, que recuerda las penitencias de Emerico, y es meta de peregrinación.
No queda claro si después del período eremítico entró entre los canónigos de San Urso, o tal vez como subdiácono del Capítulo de la Catedral; de cualquier manera, se dedico por completo a la salvación de las almas, ssuscitando la admiración general, al punto que a la muerte del obispo Nicolás I Bersatori (1301) los dos Capítulos lo eligieron como sucesor.
Fue consagrado obispo hacia el final del 1301, en Biella, por el obispo de Vercelli Aimón de Challant. Su obra fue muy amplia: nombró buenos maestros de escuela, admitió al sacerdocio sólo clérigos dignos y probados, aplicó las leyes de residencia, dio sus ingresos como limosna, conservando para sí sólo lo necesario para vivir, ayudando a las iglesias de la diócesis.
Emerico demostró una sabia firmeza en la defensa de los derechos y deberes temporales que su cargo le imponía; tenía un espíritu fuerte y brillante, de carácter dócil, tratable, pero inflexible ante el mal, con modales amables y elegantes que encantaban a todos. En cuanto a realizaciones espirituales, visitó la diócesis, convocó el sínodo diocesano de 1307, revitalizó la religión, construyó numerosas iglesias, instituyó en 1311 la «Fiesta de al Concepción de la Virgen María»; escribió en 1305 el precioso «Liber censuum», una descripción fiel y sorprendente de las costumbres feudales en el Valle de Aosta, utilísimo para los historiadores del Medioevo.
Su episcopado duró del 1302 hasta el 1313; Emerico murió el 1 de agosto de 1313, y fue sepultado en la catedral. Varios milagros ocurridos por su intercesión a lo largo de los siglos, hicieron que fuera considerado beato por fieles y clero. En 1551 las reliquias fueron exhumadas y puestas en un relicario. Los obispos de Aosta siempre aprobaron el culto del beato Emerico; pero sólo el 14 de julio de 1881, con decreto del papa León XIII, después de un regular proceso canónico, el culto y el título de beato fue confirmado oficialmente.
Traducido para ETF de una artículo de Antonio Borrelli.