Nació en 1398 en Savigliano (Italia) de la noble estirpe de los condes de Lagnasco. Se dedicó a la jurisprudencia y entró en la Orden en el convento de Savigliano ya a los cincuenta años, una vez que murieron su esposa e hijos.
Llegó a ser «maestro y predicador insigne». Ardiente de celo por la casa de Dios y buscando siempre la defensa de la fe, fue profesor de teología, predicador, confesor del beato Amadeo IX, duque de Saboya, comisario de la Inquisición y, sustituyendo al mártir beato Bartolomé Cerveri (a. 1466), inquisidor en Lombardia, pero inquisidor más de la verdad que de la herejía. Fue prior y vicario de Lombardía promoviendo la observancia. Murió casi centenario el año 1495, el mismo día de la fiesta de la Asunción de la Virgen María, de la que era sumamente devoto. Su cuerpo se venera en la iglesia de Santo Domingo de Turín. Pío IX aprobó su culto el 29 de mayo de 1856.