Nació en la ciudad de Valencia en el seno de una humilde familia el 27 de mayo de 1910, recibiendo en su casa una buena educación cristiana. Desde niño dio señales de inclinación al sacerdocio y participó como infantito, por su buena voz, en el «Misterio de Elche». Con diez años ingresó en el seminario de Orihuela donde estudió humanidades. Pasó luego al seminario de Valencia, posteriormente al Colegio de San José y finalmente al Colegio Mayor de la Presentación. Se ordenó sacerdote el 15 de junio de 1933 y fue destinado como párroco a Ludiente. Amenazado para que dejara la parroquia por los enemigos de la religión, se mantuvo valientemente en su puesto. En octubre de 1935 fue destinado a Valencia, a la Escuela de Formación Social, materia en la que se había especializado, y se le dio el cargo de director espiritual. Este cargo se le dio a petición de don Ángel Herrera Oria, entonces director de El Debate, y que conocía las inquietudes sociales del joven sacerdote. La dicha Escuela era fundación de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Fue también profesor de Formación Social.
Alfonso hizo una magnífica labor. Conoció y trató también al apóstol seglar el beato Luis Campos Górriz, quien también moriría mártir el mismo año. Cuando el 19 de julio de ese año fue incendiado el palacio arzobispal, su padre le rogó que se retirara a casa de un hermano suyo que vivía en Ruzafa y sus hermanos le aconsejaron que, como tenía pasaporte, se marchara, pero él se negó. Detenido el 20 de agosto y llevado al Gobierno Civil, pasó de allí a San Miguel de los Reyes. El día 1 de septiembre estaban su madre y su hermana esperando en la puerta de la cárcel para visitarle cuando lo vieron salir en un camión y decirles adiós con la mano. Lo fusilaron en Paterna aquel mismo día. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia.