El día 13 de julio de 1794 en la plaza de Orange, Francia, donde se hallaba levantada la guillotina, fueron sacrificadas a causa de su fidelidad a Cristo seis religiosas, tres de ellas sacramentinas y otras tres ursulinas, las cuales habían comparecido aquella mañana ante el tribunal acusadas de ser refractarias a la ley, de haber rehusado obstinadamente prestar el juramento de libertad-igualdad que se les exigía y de haber propagado «el más peligroso fanatismo». Tras estas palabras de la acusación lo que se castigaba era la fidelidad de las seis a Cristo, a la Iglesia y a sus votos religiosos, habiéndose comportado con gran dignidad, nobleza, fortaleza espiritual y mansedumbre todo el tiempo de su detención. Ciertamente se habían negado a prestar el juramento revolucionario, que tenía para ellas connotaciones antirreligiosas y significaba estar de acuerdo con la línea anticatólica de la Revolución. Frente a la recién fundada Iglesia constitucional, ellas eran fieles a la religión católica, tildada por la Revolución como peligrosa superstición o fanatismo. Llegaron al patíbulo con serenidad y, elevados sus corazones al Señor, murieron como verdaderas discípulas y esposas de Jesucristo. Fueron beatificadas en el grupo de 32 mártires de Orange el 10 de mayo de 1925 por SS. Pío XI.
-Isabel Verchiére nació en Bolléne el 2 de enero de 1769 y muy joven ingresó en el monasterio de la congregación de la Adoración Perpetua del SS. Sacramento de su ciudad natal, donde emitió la profesión religiosa con el nombre de sor Magdalena de la Madre de Dios, y donde vivió como religiosa ejemplar hasta su expulsión del monasterio y posterior detención. Llevada a Orange, permaneció con sus compañeras en la oración y la paciencia.
-Teresa Enriqueta Faurie nació en Serignan el 4 de febrero de 1740 e ingresó en el monasterio de la congregación de sacramentinas de Bolléne donde profesó tomando el nombre de Hermana de la Anunciación. Perseveró en el monasterio hasta su cierre y con sus hermanas fue detenida y llevada a Orange, mostrándose en todo momento como «religiosa perfecta» según se decía de ella, comentándose que no tenía otra ambición que la de servir al buen Dios con amor y fidelidad. Cuando se la invitó a prestar el juramento revolucionario exclamó: «Ya hice a Dios mi juramento; no haré ningún otro». Cuando las llevaban al tribunal, dijo a sus compañeras: «Valor, hermanas mías [...} llega el momento del triunfo. Las puertas del cielo se abren para recibirnos». Y al ser llevada al patíbulo entonó las letanías de la Virgen María.
-Ana Andrea Minutte nació en Serignan el 4 de febrero de 1740 e ingresó en la congregación de Sacramentinas de Bolléne, donde profesó los votos religiosos con el nombre de sor San Alejo. Permaneció en la vida religiosa hasta que fue expulsada con las demás hermanas de su monasterio y posteriormente detenida y llevada a Orange. Contestó a los jueces con gran firmeza.
-María Ana Lambert nació en Pierrelatte el 17 de agosto de 1742 y en su juventud ingresó en el monasterio de ursulinas de Bolléne, donde profesó los votos religiosos y tomó el nombre de sor San Francisco. Perseveró en la vida religiosa y se unió a sus hermanas, siendo detenida con ellas y llevada a Orange, donde contestó con firmeza a los jueces.
-María Ana Depeyre nació en Tulette, diócesis de Valence, el 2 de octubre de 1756, e ingresó como hermana coadjutora en el monasterio de ursulinas de Carpentras, tomando el nombre de sor Santa Francisca. Uniéndose, cuando la supresión del monasterio, a sus hermanas de Bolléne y con ellas detenida y llevada a Orange, aquí confesó a Cristo.
-María Anastasia De Roquard nació en Bolléne el 5 de octubre de 1749 y en su juventud ingresó en el monasterio de ursulinas de su ciudad natal y profesó con el nombre de sor San Gervasio. Aquí se acreditó como religiosa observante y prudente y mereció que sus hermanas la eligieran superiora, cargo que desempeñaba al tiempo de la disolución del monasterio y prisión de las religiosas el día 2 de mayo de 1794. Llevada luego a Orange, aquí se mostró digna de la vocación religiosa recibida y con sus hermanas se mantuvo firme en la fe y fue fiel hasta el martirio.