María Ana nació en Corró de Vall (Barcelona) el 13 de enero de 1827, y fue bautizada al día siguiente. Comienza su vida religiosa en Ripoll en junio de 1850. Se distinguió sobre todo por su caridad, pobreza, humildad, simplicidad, austeridad, alegría y espíritu de oración, virtudes que infundía entre sus hijas y en sus obras apostólicas.
El 12 de junio de 1859 abre la casa de Capellades para cuidar a los enfermos de la región e iniciar la enseñanza a las niñas, sobre todo pobres. En 1860 instaló una comunidad en San Quirico de Besora para ocuparse de un establecimiento benéfico municipal. Las hermanas ayudaban a los enfermos y a los necesitados. Pero los intereses económicos de los directivos impidieron que las hermanas pudieran realizar su plan de servicio. Por lo tanto, la madre María Ana buscó la forma de realizarlo trabajando independientemente. En 1862 funda un pequeño colegio privado de instrucción elemental. Esta obra va progresando y la calidad de la formación y de los estudios hace que pronto el colegio de las hermanas sobresalga.
En 1883 obtuvo en Barcelona el título de maestra de escuela elemental. Pronto, a petición de los interesados y dada la gran necesidad, funda un segundo colegio, esta vez en las afueras de Madrid, en Fuencarral (que actualmente es barrio de la ciudad). Los Marqueses de Fuente Chica, primero le cedieron el piso bajo de su palacio, luego los campos aledaños, y finalmente la hicieron su heredera, con lo cual pudo coronar su obra. A pesar de sufrir apoplejía, al llegar la peste del cólera hizo cuanto pudo al servicio de los pobres enfermos. Murió en Fuencarral el 3 de julio de 1886. Fue beatificada por Juan Pablo II el 6 de octubre de 1996.