Margarita María Caiani, nació en Poggio Caiano, diócesis de Pistoya, el 2 de noviembre de 1863. Hija de Jacopo Caiani y Luisa Fontini, de humilde familia (su padre era herrero y fontanero de la Villa Medicea) ejerció durante años el oficio de vendedora de cigarros hasta que, a la muerte de sus padres, decidió con una amiga entrar en el Monasterio de las Benedictinas de Pistoya, pero allí no permaneció mucho, pues su verdadera vocación la movía a dar asistencia a los niños, a los jóvenes, ancianos y enfermos, a trabajar entre la gente con la cual siempre había vivido.
Por consejo de la Madre Teresa de la Cruz, volvió a su tierra; allí, con su amiga María Fiaschi abrió una escuela para enseñar a los niños, además de la doctrina cristiana, los primeros elementos del saber. La obra comenzó en forma más bien rudimentaria, pero bien pronto, gracias a la ayuda de algunos sacerdotes, tomó dimensiones relevantes hasta convertirse en un punto de referencia, por cuanto en Poggio Caiani no existía una escuela pública. Al mismo tiempo, con verdadero espíritu franciscano, asistía a los enfermos y moribundos. Con el tiempo otras jóvenes fueron atraídas por aquel ideal de vida en comunidad y en 1901 Margarita escribía las primeras reglas y constituciones, que fueron aprobadas por el obispo diocesano. El 15 de diciembre de 1902 las jóvenes vistieron el hábito franciscano y la fundadora tomó el nombre de Sor Margarita María del Sagrado Corazón.
El 2 de octubre de 1905 las primeras seis hermanas hicieron la profesión religiosa. Otras jóvenes poco a poco fueron uniéndose a la pequeña familia que Margarita llamó Hermanas Mínimas del Sagrado Corazón. La fundación, nacida del tronco parroquial, en los años siguientes se extendería a otras regiones, comenzando por la Lombardía. Cada uno de estos institutos tenía su carisma, su originalidad, ofreciendo siempre a todos sus cuidados, a los «últimos», a los huérfanos, a los que sufren. La Madre Caiani recomendaba a sus hermanas reservar mayor «compasión» para los niños, «porque son más abandonados que las niñas» y a menudo forzados a crecer «ignorando las cosas más importantes de nuestra religión».
El franciscanismo de sor Margarita consistía precisamente en una particular adhesión a todo lo que hubiera de maternal en las actitudes de San Francisco. Ella representó el polo femenino de su regla y de su espíritu.
Sor Margarita fue elegida en 1915 madre general del nuevo instituto, cargo que le fue renovado durante toda su vida; así, a más de fundadora fue la animadora y la guía de la obra en sus primeros decenios de existencia, imponiéndole un sello de fuerte espiritualidad y de dinámico apostolado sin fronteras. Durante la gran guerra las Hermanas Mínimas del Sagrado Corazón se movilizaron todas para prestar servicio en los hospitales militares de Toscana y en otras partes. El 25 de abril de 1921 tuvo lugar la agregación perpetua de las Hermanas Mínimas del Sagrado Corazón a la Orden Franciscana. De allí a poco, el 18 de agosto de 1921, Sor Margarita María Caiani, enferma desde años atrás y agotada por el trabajo, moría en Montughi, cerca de Florencia, invocando al Corazón de Jesús, que había sido el ideal y la fuente luminosa de su vida. Tenía 58 años. La Congregación contaba con más de doscientas religiosas distribuidas en veintiuna casas. Juan Pablo II la proclamó Beata el 23 de abril de 1989.