Nació en Roma en 1473, hija de Esteban Albertoni y Lucrecia Tebaldi, ambos de noble familia. Su padre, sin embargo, murió cuando ella no llegaba a los tres años, y como la madre se volvió a casar, la niña quedó al cuidado y educación de su abuela, primero, y luego de sus tías. Acorde con las costumbres de la época, ya joven fue dada en matrimonio a Santiago della Cetara, con quien tuvo tres hijas. Vivió una feliz unión, pero enviudó joven, a los 32 años, y a partir de allí se dedicó enteramente a la vida de piedad: ingresó como terciaria franciscana, y repartía su tiempo entre el cuidado de los pobres y enfermos, y la vida de oración y penitencia.
Se distinguió por su generosidad, unida al deseo -no satisfecho- de quedar oculta y no querer recibir halagos humanos. Esta dadivosidad que le hacía alimentar a todos los pobres que se le acercaran le trajo graves conflictos con su familia, ya que, literalmente, gastaba en ello su fortuna, hasta que quedó en la pobreza ella misma; por ese motivo la familia le asignó una pensión, pero esa misma pensión la repartía entre sus escasas necesidades y el cuidados de los pobres.
En sus últimos años Dios la premió con el anticipo de su paz, y la hizo gozar de éxtasis extraordinarios. Murió en 1533, venerada por sus conciudadanos, y su tumba fue meta de devoción y lugar de milagros. El culto fue confirmado en 1671 por el papa Clemente X. Por esos mismos años se realizó el reconocimiento de sus reliquias, y se construyó la nueva tumba en la iglesia de San Francisco a Ripa, adornada con una estatua de Bernini que la representa en éxtasis. Sus reliquias continúan allí mismo.
La fuente general es una Vita escrita por G. Polo, «Vita della B. Lodovica Albertoni», en 1672, así como el Aureole Séraphique, de Léon, vol. I, pp. 127-132. este artículo sigue los lineamientos del correspondiente del Butler. Escultura: Éxtasis de la beata Ludovica, de Bernini, 1670, Cappella Altieri, San Francesco a Ripa, Roma.