La hermana Leonella Sgorbati, nació en Rezzanello (PC), Italia en 1940. Entra en el Instituto de las Misioneras de la Consolata a la edad de 23 años. Después de la primera formación en Italia, como joven hermana se traslada a Inglaterra, donde se prepara como enfermera obstetra.
Terminados los estudios, su destino misionero es Kenia. La hermana Leonella tiene un corazón grande y sensible a las necesidades de las gente, y un profundo amor a la familia religiosa y al carisma misionero..
En el año 2000 comienza a realizar un sueño: la preparación de enfermeras y parteras del lugar en el centro SOS de Mogadiscio, Somalia. La situación en Somalia es difícil: la guerra continúa y los grupos islámicos extremistas dificultan la ya complicada presencia de las hermanas que trabajan en el único hospital que funciona, a cargo de la ONG "SOS niños".
A pesar de todo, año tras año, el primer grupo de estudiantes llega a la graduación, obteniendo un diploma reconocido internacionalmente -gracias a los esfuerzos de la hermana Leonella- y en el 2006 tiene lugar la primera ceremonia de entrega de diplomas. La noticia agitó las mentes de algunos fundamentalistas que pensaron que se trataba de una iniciación en la religión cristiana. En septiembre también llega a Somalia la noticia de los disturbios en el mundo musulmán por algunas palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI en Ratisbona: en Mogadiscio todo parece tranquilo, pero el domingo, 17 de septiembre hacia el mediodía, mientras la hermana Leonella regresa a casa después de las clases en el hospital, fue atacada por siete disparos de armas de fuego: muere después de un corto tiempo, fueron inútiles los intentos realizados para salvarla. Sus últimas palabras fueron: "Perdón, perdón, perdón!"
Preparación espiritual al martirio
Un espacio privilegiado que preparó a Sor Leonella para el don de la vida fue el mes Allamaniano, un camino espiritual guiado, personalizado, vivido en absoluto silencio y oración a la luz de la Palabra de Dios y de los principios de la vida espiritual del Beato José Allamano, fundador de la Congregación. Ella vivió esta experiencia en febrero de 2006, durante el período de sus vacaciones en Italia.
Este es el testimonio de Sor Chiaretta Bovio: “Sor Leonella fue una mujer enamorada de Dios, de Jesús Eucaristía, de María. Durante el paso de los días, de aquel febrero de 2006, Sor Leonella fue gradualmente atraída por el misterio de Jesús Eucaristía, hasta el punto de sentirse una sola cosa con El, según las palabras del mismo Jesús: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así el que me come, vivirá por mi” (Juan 6, 56 – 57).
“Una unión total en amor con Jesús”. Decía: “Si su Cuerpo y el mío son una sola cosa, si su sangre y la mía son una sola cosa, entonces es posible ser siempre en El, Don de amor, Don de El, para todos. Siempre, en todo momento! Entonces es posible testimoniar siempre que El existe y nos ama”.
Sor Leonella percibió claramente el llamado de Jesús a vivir el misterio eucarístico hasta el final, hasta donar la vida, como Él. No sabía cómo este llamado se concretaría, pero estaba segura que se trataba de donar su propia vida, de manera radical, en un tiempo breve. Y ella pronunció su SÍ, con amor, gratitud, humildad, pero también consciente de su fragilidad. El amor fiel por Jesús, sin embargo, fue siempre más fuerte. Desde aquel día, cuántas veces ha repetido su SÍ, cuántas veces ha suplicado rezar por ella, para ser fiel!
Sor Leonella era una mujer que amaba la vida, que amaba hacerla crecer, con alegría. Por eso su incansable súplica para tener el coraje de no escapar ante el sufrimiento: “Todo es gracia, todo es solo gracia y para mí todavía más”.
“Durante el mes Allamamiano, continúa el testimonio de Sor Chiaretta Bovio, que experimentó muy corto, la gracia de Dios actuó profundamente en su corazón y en el Santuario de la Consolata, en Turín, el 21 de febrero 2006, después de haber renovado a los pies de María su SI a Jesús, Sor Leonella encontró la confirmación de su llamado a donar la vida. Durante la celebración eucarística, el versículo del Aleluya repetía las palabras de Jesús: “Si el grano de trigo que cae en la tierra, no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto” (Juan 12, 24).
Le pidió a la Virgen que le ayudara a ser fiel a esta llamada. Quizás, delante del ícono de María, habrán resonado en el corazón de Sor Leonella las palabras que 10 años antes, con ocasión de la fiesta de la Consolata, en Kenya, había escrito a sus Hermanas:
“En Ella, Mujer plenamente Consolada, la Consolación se hace carne – el Amado del Padre toma un cuerpo – Cuerpo y Sangre que el Hijo quiere donarnos para hacernos uno solo con El! Contemplemos a La Consolata en la actitud de donar el Hijo! Esta Madre que se convierte en “Sagrario y en Cáliz” para que nutriéndonos de este Hijo que Ella nos entrega, nos transformemos de verdad en “Hijas en el Hijo”. Cuando recibimos de las manos de María a Jesús que nos nutre de si mismo y nos une con El, en el Amor del Padre, nosotras nos hacemos dignas de la fuerza del Amor, que todo arriesga para dar vida en el amor! Solo así, encontrando a nuestros hermanos y hermanas, podremos sumergirnos en sus sufrimientos, seremos capaces de escucharlos, acogerlos, compartir sus dolores y alegrías, sus esperanzas y hacer florecer la Vida amando hasta el final”.