Nació el 8 de septiembre de 1774, en una granja del pueblo de Flamsche cerca de Coesfeld, diócesis de Münster, Westfalia, noroeste de Alemania, y fue bautizada ese mismo día. Desde los cuatro años de edad tuvo frecuentes visiones de la historia de la Salvación. Tras muchas dificultades causadas por la pobreza y oposición de su familia, ingresó a los 28 años de edad en el monasterio de Agnetenberg, en Dülmen. Suprimido el monasterio por las autoridades civiles, se trasladó a una casa particular. Desde 1813 en adelante, la enfermedad la obligó a la inmovilidad.
«Llevó consigo los estigmas de la Pasión del Señor y recibió carismas extraordinarios que empleó para consuelo de numerosos visitantes. Desde el lecho desarrolló un gran y fructífero apostolado», constató el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins, al leer el decreto de reconocimiento del milagro ante Juan Pablo II. Desde ese mismo año no tuvo más alimento que la Comunión, y pasó por tres exhaustivas investigaciones de la diócesis, la policía bonapartista y las autoridades.
Los últimos años de su vida experimentó místicamente la pasión de Jesucristo y trataba de describir en su dialecto bajo alemán las visiones cotidianas de lo sobrenatural que ella misma encontraba indecibles. Un notable escritor alemán, Clemens Brentano, al tener noticia de ello, se convirtió y permaneció al pié de la cama de la enferma copiando los relatos de la vidente desde 1818 a 1824. Dos veces al día el escritor acudía a visitar a Ana Catalina para copiar en sus diarios los apuntes, y regresaba otra más para leérselos a la monja inválida y comprobar así la fidelidad de lo trascrito.
El lunes 9 de febrero de 1824 murió en Dülmen consumida por las enfermedades y las penitencias. Al fallecer la religiosa, el escritor ordenó el material depositado en sus diarios. Preparó un índice de las visiones y la edición de «La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo». El libro fue un acontecimiento mundial. El escritor alemán comenzó entonces a ordenar las visiones de la «Vida de María». Brentano murió dejando la tarea inacabada. En lo sucesivo, distintos especialistas editaron los «Diarios» y compilaron, cada uno a su modo, las visiones sobre la Iglesia, el Antiguo Testamento, la Vida pública de Jesús y la Iglesia naciente.
«No hallé en su fisonomía ni en su persona el menor rastro de tensión ni exaltación», afirmó Brentano tras conocer a la religiosa. «Todo lo que dice es breve, simple, coherente, y a la vez lleno de profundidad, amor y vida». Declarada Venerable a finales del siglo XIX, su proceso de beatificación se reanudó en 1972 y fue beatificada el 3 de Octubre de 2004, por SS. Juan Pablo II.
Cuadro: Éxtasis de Anna Katharina Emmerick, de Gabriel Cornelius von Max, 1885, Nueva Pinacoteca, Munich.