A mediados de los años 50, Don Luigi Giussani, sacerdote diocesano de Milán, comenzó a enseñar religión en un instituto estatal de Milán. En diálogo con algunos jóvenes descubrió que para ellos el cristianismo era sólo una tradición lejana. Así comenzó una experiencia de educación a la fe en la escuela, primero al frente de la Juventud estudiantil (una rama de la Acción católica ambrosiana), y luego acompañando a los universitarios que iban a dar vida a CL durante la protesta del sesenta y ocho.
En la década de 1970 se formaron los primeros grupos de fraternidad, formados por jóvenes que querían profundizar su fe en la vida adulta.
De su difusión en diferentes países nació la Fraternidad de Comunión y Liberación.
En 1980 recibió el reconocimiento canónico del Abad Ordinario de Montecassino, Mons.
Martino Matronola; el 11 de febrero de 1982 fue reconocida por el Pontificio Consejo para los Laicos como asociación internacional de fieles.
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- Identidad
- El propósito de CL es formarse en los aspectos elementales del cristianismo, para descubrir su relevancia en las necesidades últimas de la persona. El centro de su propuesta es la conciencia de que el cristianismo no es un conjunto de preceptos morales o un hecho del pasado, sino que es el acontecimiento del encuentro con Cristo que se hace contemporáneo en el atractivo de la vida de quienes lo siguen. El itinerario educativo de CL acompaña la profundización personal de este encuentro: enraizado en los ambientes de compromiso cotidiano (lugares de trabajo, escuelas, universidades) y alimentado por la participación en la vida de la Iglesia, se desarrolla según las dimensiones de la experiencia cristiana, es decir, la cultura, como verificación de la consistencia de la fe ante las circunstancias del vivir; la acción caritativa, como educación para compartir las necesidades y vivir como Cristo; la misión, como llamada a la apertura universal e incondicional del ser cristiano.
- Estructura
- Los miembros de la Fraternidad son hombres y mujeres de toda condición y estado, que en CL reconocen la vía para el camino a la santidad, en el servicio a la Iglesia. Pueden formar grupos que vivan en mayor proximidad su amistad y comunión al caminar juntos. La guía de la asociación está confiada al Presidente y a la Diaconía Central, que reúne a los responsables internacionales, a los responsables de los distintos ámbitos de presencia y a los representantes de las realidades agregativas nacidas del carisma de CL (la Asociación Laica Memores Domini; la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo; la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Asunción). En las diócesis, el responsable diocesano es asistido por una diaconía y un Asistente espiritual nombrado por el Obispo local a propuesta del Presidente de la Fraternidad. Desde 1997, el Centro Internacional de Comunión y Liberación ha estado trabajando en Roma para promover el servicio de la Fraternidad al Papa y a la Iglesia universal.