Tanto sobre Zacarias como sobre Isabel tenemos una única mención en el Nuevo Testamento, que es el inicio del Evangelio de San Lucas. En preciosas pinceladas vemos aparecer y condensarse en ellos todo lo mejor de la piedad del Antiguo Testamento, precisamente cuando va a comenzar la Nueva, y definitiva, Alianza de Dios con su pueblo: ante todo, lo más preciado del Dios de Israel: se compadece del humilde y sobre todo del que vive humillado, como estos dos ancianos que no han podido tener hijos, que era, para el israelita, la justificación misma de la vida. En escenas donde se van entretejiendo rasgos que provienen de distintas narraciones del AT (el milagroso nacimiento de Samuel, la vocación de Sansón, etc), se nos presenta a la vez la pequeñez humana, y la magnanimidad con la que estos dos ancianos acogen el misterio del plan de Dios.
El misterio de estas escenas, lejos de detenerse en la milagrosidad -en sí grande- del nacimiento del Bautista, se centra en la visita de María a su prima Isabel, todo un Dios que, en el vientre de su madre, toma la iniciativa para ir a ayudar al ser humano en su debilidad y necesidad.
Allí pronuncia Isabel una de las frases que más ha repetido y repite nuestra fe: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre», y allí se proclama uno de los himnos más hermosos del Nuevo testamento, el Magníficat.
Zacarías, que aunque en el conjunto de la narración queda en un segundo plano, será el encargado de «responder» a Dios con otro himno, que también ha pasado a la tradición orante de nuestra fe y que se reza cada día en la Liturgia de las Horas: el Benedictus.
El card. Baronio (s. XVI) inscribió esta conmemoración en el Martirologio Romano con fecha 5 de noviembre, basándose en un calendario palestinense, y allí permaneció inscrita por siglos; no obstante, en la reforma del Martirologio que tuvo lugar con la promulgación del Nuevo Martirologio, en el año 2001, fue movida al 23 de septiembre, fecha que parece más apropiada porque en ella celebra la Iglesias bizantina la concepción de san Juan Bautista, que está en el origen de la celebración de los padres del Precursor. En todo caso, en aquellos sitios en que la celebración de Zacarías e Isabel sea litúrgica (por ejemplo en una parroquia de la que sean titulares), posiblemente se siga celebrando el 5 de noviembre; eso depende del Ordinario del lugar.