Raimundo tenía, en 1900, cuarenta y cinco años y estaba muy feliz de tener un hijo sacerdote. Era un cristiano chino que vivía su fe con intensidad y daba buen ejemplo a todos por su magnífica conducta evangélica. Cuando el 30 de junio de 1900 vio venir a los boxers, tomó en sus brazos a su pequeña hija Magdalena y se escondió en un cañaveral. Aquí le hallaron los bandidos y para forzarlo a la apostasía le quitaron la niña y la mataron ante sus ojos. A continuación lo condujeron por la fuerza a la pagoda y le exigieron que adorara a los dioses, pero él se negó firmemente. Entonces, le cortaron una oreja y le hicieron quemaduras en la espalda, pero no por ello apostató. Sacado fuera de la pagoda, fue rematado a golpes de espada y de lanza.
Pedro era su hermano, nacido en 1837 y de más edad, por tanto, que Raimundo. Intentó también a la llegada de los boxers esconderse en un cañaveral, pero fue descubierto y llevado también a la pagoda para que adorara a los dioses, a lo que se negó con energía. Lo llevaron entonces frente a su casa, donde vivían sus ancianos padres, y como insistía en manifestarse cristiano, allí fue asesinado a golpes de lanza. Ambos fueron canonizados el 1 de octubre de 2000.