Barbara Choe era hija Magdalena Son, canonizada en este mismo grupo de 103 mártires. Fue muy devota desde niña, y cuando sus padres trataron de arreglar su matrimonio, pidió que quien fuera a ser su marido fuera un católico ferviente, no importaba si rico o noble. Así se casó con un hombre mucho mayor, 44 años, Carlos Cho, cuando ella tenía apenas 20 años en aquel momento. Al año siguiente dio a luz a un hijo. La pareja se animó mutuamente en la virtud y la práctica de la religión. Cuando Barbara fue detenida, llevó a su hijo -de menos de 2 años- con ella a la cárcel, sin embargo era muy difícil para el niño permanecer en prisión, no había luz ni alimentos suficientes, e incluso Bárbara temía flaquear en su decisión de dar la vida por Cristo, por lo que dejó finalmente al niño a cargo de familiares. Fue torturada para que revelara el paradero de los católico, fue golpeada 250 veces y su cuerpo se retorcía. Escribió desde la cárcel una carta en la que decía: "¡Qué triste estoy de perder a los míos en el martirio! Pero cuando pienso en cielo, quedo consolada, y doy gracias a Dios por el privilegio tan especial de ser mártir. Mi corazón se llena de felicidad". Fue asesinada el 1 de febrero, un día después de su madre.
Juan Ni provenía de una familia cristiana y noble de Tong-san-mit. Quedó huérfano a los 5 años, y fue llevado a la capital, donde quedó en adopción de una familia también cristiana. De joven se volcó a la piedad, e incluso había decidico guardar el celibato, aunque por deferencia a su madre adoptiva, aceptó casarse, auqnue su esposa murió muy pronto, por lo que quedó solo, con sus dos niños; sin embargo, esta circunstancia no lo indujo a contraer nuevamente matrimonio. A los treinta años es un activo catequista, acompaña a los misioneros en la administración de los sacramentos, y cuando estalla la persecución de 1839, organiza colectas de limosnas para el sostén de los necesitados de la comunidad, y se dedica junto con otros a recoger los cuerpos sin vida de los mártires. Se esconde en provincia, pero es igualmente apresado y, luego de las torturas, decapitado.
Pablo Hong es hermano de Pedro Hong, conmemorado ayer; eran nietos de Hong Nang-min martirizado en 1801 y sobrinos de Protasius Hong, martirizado en 1839. Fue apresado con su hermano y juzgado junto con él, pero su ejecucción fue desplazada porque la ley coreana prohibía matar a todos los hermanos o a padre e hijo juntos. Pablo tenía al momento del martirio 39 años. Los dos hermanos se dedicaban a la enseñanza del catecismo, al cuidado de los enfermos y otras actividades caritativas. Arriesgaron su vida en 1839 para esconder en su casa a los misioneros extranjeros, y por eso ya estaban marcados como posibles victimas. Cuando fueron apresados, se les instó a que revelaran el paradero de los cristianos y renegaran de su fe, pero ninguno de los dos realizó nada de ello. Llevados antes el fiscal jefe, resultó ser pariente suyo, y declinó torturarlos directamente, pero mandó hacerlo a unos subordinados. Murió, como su hermano, decapitado.
Ver Histoire de l'Eglise en Coree, de Dallet, II, pág. 201ss y 103 Korean Martyr Saints, web de la Iglesia de Corea.