El Martirologio Romano habla del martirio de los santos Martiniano, Saturiano y sus dos anónimos hermanos, todos los cuales, en la persecucion del rey arriano Genserico el Vándalo, fueron convertidos a la fe por la virgen Máxima, su compañera de esclavitud. A causa de su constancia en la fe, fueron flagelados por su amo, que era hereje, hasta que sus huesos quedaron al descubierto. Como cada dia amaneciesen ilesos, despues de haber sufrido numerosos tormentos, fueron desterrados. En el exilio convirtieron a muchos bárbaros a la fe de Cristo y consiguieron que el Pontifice de Roma les enviase a un sacerdote y otros ministros, para bautizar a los conversos. Finalmente se los ató por los pies a un carro y fueron arrastrados por los caminos fragosos. Pero Maxima, que salio con vida de todas las pruebas, fue libertada por el poder de Dios y «murio apaciblemente en un monasterio, en el que fue madre de muchas virgenes».
Víctor de Vita, en su historia de las persecuciones de los vandalos, habla de estos confesores. Segun él, Martiniano era un fabricante de armaduras y su amo decidio casarle con Máxima. Aunque ésta había hecho voto de virginidad, no se atrevio a rehusar, pero Martiniano la respeto y huyo con ella a un monasterio. Su amo los sacó de él y los golpeo brutalmente porque se negaban a recibir el bautismo arriano. Después de la muerte de su amo, la esposa de éste los vendió a otro vandalo, quien devolvio la libertad a Máxima y envió a Martiniano y a dos de sus compañeros a un jefe berberisco. Los tres convirtieron allí a numerosas personas y pidieron al Papa que enviase a un sacerdote. Para castigar su atrevimiento, Genserico ordeno que fuesen arrastrados hasta que muriesen.
Vease el artículo sobre estos martires en Acta Sanctorum, oct., vol. VII, pte. 2. El unico documento fidedigno es el relato de Víctor de Vita.