Mario no es, como comunmente se cree, el masculino de María, sino que proviene del antiguo gentilicio (cognomen) romano «Marius», derivado a su vez del etrusco «maru», que significa «varón». Su difusión se inicia a partir del Renacimiento, por evocación del político y militar romano, el general y cónsul Mario -adversario del aristocrático Sila-, considerado un defensor del pueblo y de la democracia, y muerto en el 86 aC.
En el ámbito cristiano se venera a san Mario el 19 de enero, aunque en algunos antiguos martirologios su fecha está puesta el 20 del mismo mes; junto a él se evoca a su mujer Marta y sus hijos Audifax y Abaco, todos mártires en Roma. Según una legendaria «Passio» del siglo VI, los cuatro mártires, miembros de la misma familia, eran persas de origen, y dejaron su patria para ir a Roma a venerar las reliquias de los mártires, como hacían en aquellos tiempos muchos cristianos. Algunos antiguos Martirologios colocan esta venida a Roma y los hechos sucesivos hacia el 268/270, al tiempo del reinado de Claudio II, cuando se sabe perfectamente que no hubo persecuciones contra los cristianos; la reciente edición del Martirologio Romano, en cambio, indica el inicio del siglo IV como fecha de su martirio, a partir de este dato podemos asumir que la familia persa-cristiana se alojó o afincó en Roma por un cierto número de años. El siglo III fue un período de tolerancia hacia el cristianismo y por tanto de gran expansión, al menos hasta la vejez de Diocleciano quien, en el 293, empujado por el cónsul Galerio, emitió tres edictos de persecución.
En Roma se asociaron al presbítero Juan, para dar una digna sepultura a 260 mártires en la Vía Salaria -evidentemente víctimas de la mencionada persecución de Diocleciano- que yacían decapitados y sin sepultara, en campo abierto. Por supuesto que esta piadosa acción no podía pasar inadvertida, dado el gran número de cuerpos, por lo que Mario y sus familiares fueron descubiertos, arrestados, y conducidos a los tribunales. Primero el prefecto Flaviano y luego el gobernador Marciano, siguiendo las normas de los edictos imperiales, los interrogaron, invitándolos a sacrificar a los dioses; habiéndose negado, fueron condenados a la decapitación los tres varones, en la Vía Cornelia, mientras que para Marta se escogió un estanque a poca distancia «in Nimpha». Sus cuerpos fueron recogidos por la pía matrona romana Felicitas, y sepultados en una propiedad suya de las afueras llamada «Buxus» (hoy Boccea), sobre la misma Vía Cornelia.
Éste el resumen de la Passio del siglo VI. Sucesivos estudios dan diversas formulaciones de estas vidas, encontrándose legendarios dos aspectos: el origen persa y el hecho de pertenecer a la misma familia. Debe tenerse presente que en las pasiones de los primeros siglos era frecuente la tendencia a transformar grupos de mártires en miembros pertenecientes a un mismo núcleo familiar. Según los estudiosos, es probable que el grupo haya estado compuesto por cristianos, habitantes de Lorium, una villa imperial distante unos 20 kilómetros de Roma. Sobre el lugar del martirio, en el término de Boccea, surgió luego una iglesia, de la cual son aun visibles los restos, y que fue meta de peregrinación en el Medioevo.
En lo que respecta a sus reliquias, hay tenido un destino complicado: algunas fueron trasladadas a Roma, a las iglesias de San Adrián y de Santa Praxedes, y parte de ellas, en el 828, fueron enviadas a Eginardo, el biógrafo de Carlomagno, que las donó, como era uso en ese momento, al monasterio de Selingenstadt.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli. Ver Acta Sanctorum enero, II, pág. 214ss.