Jacinto Ansalone había nacido el año 1598 en S. Stefano Quisquina, en la provincia de Agrigento, en Sicilia. Ingresó en la Orden de Predicadores el año 1615 y profesó con el nombre de fray Jordán de San Esteban. Cuando supo la necesidad de misioneros que tenía Japón, envuelto en una fuerte persecución religiosa, pidió permiso para pasar de la Provincia dominicana de Sicilia a la del Santo Rosario, que era la de los misioneros de Oriente. Fue a España, al convento de Trujiilo, aquí se ordenó sacerdote y a pie y mendigando su sustento, marchó a Sevilla, donde embarcó en 1625. Cruzado el Atlántico, se hallaba en tierras americanas cuando se le preguntó si deseaba volver a su tierra natal, pero permaneció firme en su vocación misionera. Llegó a Manila en julio de 1626 y fue destinado a la misión del valle de Cagayán. En 1627 pasó al hospital de Gabriel de Binondo, dedicado al cuidado material y espiritual de los chinos. Aprendió el idioma chino y se dedicó a la labor misionera entre ellos con plena entrega. Cuando llegó en 1632 la oportunidad de viajar a Japón, se ofreció a hacerlo disfrazado de comerciante chino. Desembarcó en Nagasaki el 12 de agosto de 1632. Marchó a su destino, que fue una aldea, a fin de aprender el japonés. Lo aprendió pronto. Vio cómo los otros misioneros eran martirizados, y él, convertido en vicario, se multiplicó cuanto pudo por atender pastoralmente a tantos cristianos. Cayó enfermo, pero se curó y reemprendió su tarea. Y entonces lo visitó su compañero de hábito fray Tomás de San Jacinto (Tomás Hioki). Con él sería apresado el 4 de agosto, fiesta entonces de Santo Domingo de Guzmán.
Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi había nacido en 1590 en Hirado, capital de la isla de Kyosho, de padres cristianos, que al poco tiempo recibieron la palma del martirio. Ingresó en el colegio de los jesuitas de Nagasaki para ser catequista, tarea que ejerció con mucho celo. Luego decidió ser sacerdote y se embarcó para Manila, donde estudió teología. El 15 de agosto de 1625 comenzó el noviciado en la Orden de Predicadores. En el momento oportuno se ordenó sacerdote. Pudo, después de un viaje providencial a Formosa, entrar camuflado en Japón: era el mes de noviembre de 1629. Se sabe que se encontró con el P. Erquicia y posteriormente con San Lucas del Espíritu Santo, pero no se tienen noticias muy pormenorizadas de su apostolado. Como queda dicho, estando con fray Jordán de San Esteban fue hecho prisionero.
Una vez arrestados, dejaron sus disfraces y vistieron ya de dominicos, declarando así quiénes eran y a qué habían ido al Japón. Encarcelados, mal alimentados, padecieron diferentes interrogatorios y les dieron el tormento del agua ingurgitada en busca de su apostasía, y también quisieron atraerlos con halagos y promesas. Les aplicaron el tormento de las cañas incrustadas en las uñas. Por fin fueron condenados a la muerte en el tormento llamado «de la horca y la hoya». Con ellos fueron condenados sesenta y nueve cristianos. Fueron beatificados el 18 de febrero de 1981 por el papa Juan Pablo II en Manila y canonÍ2ados el 18 de octubre de 1987, en el grupo de san Lorenzo Ruiz y quince compañeros, mártires, que se celebran litúrgicamente el 28 de septiembre.