El ejército de aquellos que, en plena juventud, han renunciado a una brillante carrera para ir a enfrentarse con la persecución y la muerte en las misiones extranjeras, constituye una de las glorias de la Iglesia católica. De ese ejército forman parte los cinco sacerdotes dominicos que fueron martirizados en la provincia china de Fu-kien, entre 1747 y 1748. Sus nombres son los siguientes: Pedro Sanz, Francisco Serrano, Joaquín Royo, Juan Alcober y Francisco Díaz. Los cinco eran españoles y los cinco habían ansiado, desde sus primeros años, ir a predicar el Evangelio entre los paganos. El jefe de la expedición, Pedro Sanz, fue enviado en 1714 a la provincia de Fukien, donde trabajó con gran éxito. En 1730, se le nombró obispo de Maruicastro y vicario apostólico de Fu-kien; además, se le confió la supervisión de toda la misión.
La persecución había estallado un año antes en China, y Pedro Sanz había escapado, a duras penas, de sus perseguidores. La tempestad se disipó, poco a poco; pero, en 1746, se desató con mayor violencia que antes. Un habitante de Fogan, a quien el obispo había rehusado el dinero que le pedía, presentó una acusación formal contra los misioneros europeos, porque, según él, infringían las leyes y trataban de convertir al cristianismo a millares de sus compatriotas. La acusación llegó a oídos del virrey, enemigo declarado del cristianismo, quien decretó al punto medidas muy severas contra los cristianos. El obispo y los PP. Royo y Alcober fueron arrestados inmediatamente. Poco después, se les trasladó, cargados de cadenas y debilitados por el hambre, a la ciudad de Fuchow, donde se ganaron la admiración de sus propios enemigos por el valor con que soportaron la tortura. Después de un año de encierro en horrorosa prisión, el Beato Pedro fue decapitado. Las últimas palabras que dirigió a sus compañeros fueron éstas: «Tened valor y regocijáos de morir por guardar la ley de Dios».
Los otros cuatro prisioneros (los PP. Serrano y Díaz habían ido a reunirse con sus hermanos en la mazmorra) no tardaron en seguir al santo obispo. La llegada de un documento pontificio que nombraba al P. Francisco Serrano coadjutor de Mons. Sanz, precipitó los acontecimientos. El P. Serrano, obispo electo de Tipasa, lo mismo que los PP. Royo, Alcober y Díaz, fueron cruelmente ejecutados en la prisión. Su beatificación tuvo lugar en 1893, y fueron canonizados por SS Juan Pablo II en el 2000.
San Francisco Serrano Frías, obispo electo (1695-1748), nació en Hueneja (Granada) el 4 de diciembre 1695. A los 18 años tomó el hábito en el Convento de Santa Cruz la Real de Granada. En 1725 llega a Filipinas y en 1738 a China, donde fue misionero durante más de 20 años. Ya en la prisión, le llega el nombramiento de obispo titular de Tipasa y coadjutor del Vicario Apostólico de Fukien, Pedro Sans, pero no pudo recibir la consagración episcopal. Muere por asfixia, y luego su cadáver fue quemado, el 25 de octubre de 1748. Se conservaron algunas reliquias suyas. Tuvo gran austeridad, devoción al rosario y fervor misionero.
San Juan Alcober Figuera, presbítero (1694-1748). Nacido en Granada el 21 de diciembre de 1694. Vistió el hábito dominicano en el Convento de Santa Cruz la Real de su ciudad. Partió hacia Manila, Filipinas, en 1725, donde pasó 3 años. En 1728 llegó a China donde predicó el Evangelio durante 20 años. En 1741 es vicario provincial de la misión. Apresado en 1746 muere ahorcado el 28 de octubre de 1748, siendo después su cadáver quemado. Se distinguió especialmente por su eficacia apostólica.
San Joaquín Royo Pérez, presbítero (1691-1748). Nació en Hinojosa (Teruel) en septiembre de 1691 y recibió el hábito dominicano en Valencia. A los 21 años, todavía no era sacerdote, viaja para Manila, Filipinas, en 1712 y en 1715 entra en China, donde ejerció el apostolado durante 33 años. Para evitar mayores vejaciones a los cristianos por parte de los perseguidores que lo buscaban, por consejo del obispo Pedro Sans, se entregó en sus manos en 1746. Muere el 28 de octubre 1748, como los otros compañeros, asfixiado y después su cuerpo quemado. Era de una extraordinaria piedad y de gran eficacia apostólica.
San Francisco Díaz Del Rincón, presbítero (1713-1748), es el más joven del grupo. Nació en Écija, Sevilla, el 2 de octubre de 1713, y en esta ciudad se hizo religioso en 1730, en el Convento de San Pablo. Impulsado por un ferviente espíritu misionero en 1735 ya estaba en Filipinas y recibe el sacerdocio en Manila. Llegó a China en 1738. Pocos años después, en 1746, fue apresado y, después de grandes sufrimientos, muere ahorcado el 28 de octubre de 1748, siendo después quemado su cuerpo. Era religioso de gran piedad y espíritu penitencial.
Ver M. J. Savignol, Les Martyrs Dominicains de la Chine au XVIIIme. siécle (1894); A. Marie, Missions Dominicaines dans l'Extreme Orient (1865) ; Monumenta Historica, O.P. vol. XIV, p. 128 ss; Wehofer, Die Apostel Chinas (1894). Los datos biográficos individuales provienen del web dominicano.