El autor de una obra llamada «Los milagros de san Esteban», un tal Eodio de Uzalis, ciudad episcopal del África Proconsular, describe cómo se hallaron unas reliquias de san Esteban en las afueras de la ciudad, en el lugar en que estaban enterrados -o habían sido muertos, no lo aclara el texto- los dos mártires que celebramos. El testimonio lo recogió el Card. Baronio, y aunque no hay más referencias que esa, puesto que la inscripción es genuinamente antigua y da fe de que había en la región un culto de estos mártires, lo inscribió en el primer Martirologio Romano, de donde llegó hasta el actual.
Baronio no dejó aclarado en sus notas por qué los inscribió el 16 de mayo, ya que el texto de la obra original no trae en especial ninguna fecha, ni tampoco un relato del martirio, ni ningún otro detalle. Godefrido Henschenio, autor de la nota en Acta Sanctorum, piensa que la fecha fue arbitrariamente escogida por Baronio, ya que hubiera resultado "más indecoroso ocultar los mártires por ignorar una fecha determinada, que ponerla con su propia autoridad." (AASS, mayo III, p. 572) .
Ver Acta Sanctorum, loc. cit., allí se reproduce el muy breve texto de Eodio.