Con amplias variantes en la grafía de los nombres, e incluso en la fecha en que aparecen inscriptos, este grupo de mártires se conmemora en todos los martirologios antiguos. Todos ellos tienen como fuente el libro I de la Historia de la Persecusión en África, del obispo Víctor de Vita, que fue quien nos transmitió de primera mano los hechos, ya que vivió entre el 430 y el 480, y la persecución arriana en el norte africano ocurrió hacia el 460. Si es que puede establecerse una jeraquía de crueldad como puede establecerse una de bondad, puede decirse que la persecución de los vándalos -que en definitiva habían sido «cristianizados» (eran arrianos)- fue especialmente cruel y atroz, incluso comparada con las de los paganos.
De estos tres mártires nos cuenta Victor de Vita que eran católicos muy comprometidos, que argüían contra el arrianismo, y defendían la fe arrostrando toda clase de tentaciones de abandonarla; Saturno, por ejemplo, era procurador en al casa del rey, hasta que descubierto como católico se le puso en la opción de mantener la fe y perderlo todo, o convertirse al arriansmo, en lo que incluso la propia esposa lo presionaba. Murieron decapitados por no aceptar la conversión al arrianismo.
En Acta Sanctorum de marzo, III (pág. 782ss) se da amplio detalle de esos diferentes testimonios, y se reproducen los fragmentos correspondientes de Víctor de Vita.